Editorial

Un hombre bueno

<P>Un hombre bueno</P>

Profunda congoja en toda la sociedad ha causado la muerte, acaecida ayer a los 77 años, del empresario Manuel Arsenio Ureña, filántropo, ecologista, promotor de la educación, guardián de los bosques, productor agropecuario, que vivió para servir con intensidad y desvelo a sus conciudadanos, especialmente a mujeres y jóvenes de las zonas rurales.

Don Manuel Arsenio alcanzó el éxito empresarial por el camino del sacrificio, trabajo honrado y creativo que inició a los 14 años, como dependiente de pulpería en el barrio Baracoa, de Santiago, sin dejarse amilanar por el ambiente de pobreza extrema que padeció en sus primeros años en el paraje Guama, de San José de las Matas, donde nació.

Fue junto a monseñor Roque Adames y otros munícipes de Santiago fundador de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (Pucamaima) y desempeñó por muchos años las funciones de tesorero del Plan Sierra, institución que promueve la repoblación de los bosques en la Cordillera Central.

Porque sufrió en carne propia los efectos de la miseria y la marginalidad, al extremo de que cada día debía recorrer descalzo siete kilómetros para llegar a la escuela, don Manuel emprendió con recursos propios un ambicioso programa de alfabetización que logró erradicar el analfabetismo en las comunidades de la sierra.

Como presidente del Banco ADEMI, este dominicano ejemplar pudo encauzar la mayor parte de la cartera de préstamos de esa institución al financiamiento con bajos niveles de morosidad a micro y pequeñas empresas comerciales, agropecuarias, agroindustriales y de servicio, lo que ha representado la creación de miles de puestos de empleos y mejoría en la calidad de vida de miles de emprendedores.

La juventud dominicana, lacerada hoy por dagas de antivalores, tiene en Manuel Arsenio Ureña el mejor ejemplo de que con sacrificio, capacitación y entrega es posible escalar los más altos peldaños del éxito empresarial y granjearse la más elevada estima y admiración pública. Una acongojada nación despide hoy a un ciudadano ilustre, humanista, ecologista, solidario, forjador de una familia ejemplar, admirado y apreciado por todo aquel que tuvo el privilegio de conocerlo, que dedicó su vida al servicio de los demás y que como empresario y productor agrícola contribuyó al progreso de la nación.

El Nacional se une al sentimiento de pesar que embarga a la sociedad dominicana por el deceso de don Manuel Arsenio Ureña y extiende votos de consolación y solidaridad a su esposa, Camelia Rodríguez, a sus hijos Junior, Richard, Carmen Guerly, José y Juan Manuel, así como a los demás familiares. Paz a sus restos.

El Nacional

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