Editorial

Un necio

Un necio

El sacerdote español Christopher Hartley ha  vuelto a expresar su enfermiza animadversión contra el gentilicio dominicano, al incoar una demanda ante el Departamento de Trabajo  de Estados Unidos por alegado incumplimiento del Gobierno en la aplicación de leyes  laborales  en plantaciones azucareras contempladas en el Tratado de Libre Comercio (DR-Cafta).

Hartley persigue  ahora que  el Departamento de Comercio estadounidense  despoje a República Dominicana  de la cuota preferencial de importación de azúcar  o su exclusión del DR-Cafta, basado en  alguna  resolución de  sus autoridades de Trabajo contra supuestos maltratos a trabajadores haitianos.

Antes de esta nueva campaña de difamación, el padre Hartley cumplió largos y extensos periplos de calumnia contra  la República, al acusar a sus autoridades de  alentar prácticas  esclavistas contra  inmigrantes del vecino país, en una demostración de odio incompatible con su condición de sacerdote.

Por tratarse de una denuncia relacionada con incumplimiento del  Acuerdo de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica,  esa vulgar iniciativa tendría repercusión en  toda la región, o al menos a  ese nivel de escándalo aspira el controvertido cura  que al parecer no perdona que  la jerarquía católica haya dispuesto  su traslado por su escandaloso comportamiento.

Sin negar que  se requiera mayor avance, es de justicia  señalar que las condiciones de vida y trabajo de obreros dominicanos y haitianos en las  centrales azucareras ha mejorado notablemente, más aun  después de implantada la mecanización en el  corte y tiro de la caña en los ingenios Barahona, Romana y Vicini.

Ante su  rotundo fracaso en tratar de impedir que República Dominicana  firmara un acuerdo de Asociación Comercial con Europa o de que fuera excluida  del Grupo ACP (África, Caribe, Pacífico), ese  señor procura  ahora padrinazgo político para  que  Estados Unidos  elimine la cuota preferencia  azucarera otorgada al país, o que sea excluido del DR-Cafta.

La Cancillería ha hecho bien con rechazar la instancia  elevada por ese  señor contra  el Gobierno dominicano, aunque  se aconseja  dar estricto  seguimiento a ese expediente, en razón de que  ese señor  funge  siempre como bufón de intereses mayores  que  desde tiempos inmemoriales procuran que República Dominicana  acarree por siempre la cruz del drama haitiano.

La necedad del padre Hartley, esta vez no  surtirá  el efecto deseado, pues  la comunidad internacional reconoce  en el Gobierno y pueblo dominicanos acendrado espíritu de solidaridad con Haití y firme voluntad política de mejorar las condiciones laborales de todos los trabajadores, incluidos  los inmigrantes.           

El Nacional

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