Editorial

Uniforme gris

Uniforme gris

Al jefe de la Policía se le atribuye admitir  que en algunos casos de muerte y tortura hubo excesos por parte de agentes de la institución, por lo que  debería reclamarse que  quienes incurrieron en esas acciones de corte criminal sean sometidos de inmediato a la justicia ordinaria a los fines de que reciban justa condena.

El mayor general José Armando Polanco Gómez ha asegurado que las autoridades investigan casos   de denuncias sobre  homicidios o golpizas o violación de otros derechos perpetrados por policías contra ciudadanos, pero se requiere que la jefatura policial promueva respuestas contundentes que desalienten el uso injustificado de la fuerza excesiva.

En ningún modo se  pide que la Policía disminuya su capacidad operativa para perseguir, esclarecer o contener la comisión de  crímenes y delitos, pero  la admisión que se atribuye  al general Polanco Gómez sobre excesos en que incurren  agentes policiales obliga a  aplicar medidas drásticas y urgentes.

Entre  esos abusos se menciona el  de  un joven que murió a causa de un balazo  en la  espalda a manos de  agentes policiales que luego pretendieron presentar el caso como el desenlace de un intercambio de disparo, así como el intento de una patrulla policial de  apresar a un ciudadano en su residencia  sin  presentar orden escrita y motivada de un juez.

La Comisión de Derechos Humanos  ha denunciado que por lo menos nueve personas  han muerto a comienzo de 2012 a manos de agentes policiales, sin que se precise o compruebe  que  en cada caso los policías actuantes repelieron agresiones a tiros de supuestos delincuentes.

La Policía opera o debería operar ceñida a un protocolo que establece las circunstancias en las  que un agente puede o debe recurrir a niveles de  disuasión para someter a la obediencia a un sospecho, pero se señala que sólo en casos extremos en los que su vida o integridad física estén  en peligro se debe emplear violencia letal.

Además de auxiliar al Ministerio Público en la prevención, investigación y persecución de actos punitivos y de garantizar orden público y propiedad privada, la Policía es también garante de los derechos ciudadanos, por lo que  en todo momento sus  efectivos deben respetar para poder ser respetados.

Al jefe de la Policía y al Consejo Superior Policial corresponde expulsar a los agentes u oficiales con vocación de matones o sicarios para que nunca más  delincuentes ostenten  autoridad de perseguir a delincuentes y para que la ciudadanía  no  albergue temor de que  algún malhechor vista  de uniforme gris.

El Nacional

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