Editorial

Valiente

Valiente

El presidente Danilo Medina ha pronunciado ante las Cámaras Legislativas un discurso vigoroso que inyecta en el ánimo ciudadano altas dosis de esperanza y optimismo y convoca a la sociedad dominicana  a la más férrea defensa del oro de Pueblo Viejo, hoy embargado por un contrato oneroso, cuyos vicios de consentimiento han sido señalados como inaceptables por el jefe de Estado.

Esa comparecencia del presidente Medina ha sobrepasado las expectativas de una población  acostumbrada al maquillaje de cifras y estadísticas que se vierten cada 27 de febrero con el único propósito de  anestesiar a una colectividad aguijoneada por  la cruenta demagogia política y el incumplimiento de promesas.

Con fechas puntuales el mandatario anunció el inicio del Plan  de Seguridad Ciudadana, de la operación de la segunda línea del Metro de Santo Domingo, del Plan de Titulación de Inmuebles, al  tiempo que proclamó  su  irrenunciable propósito de encabezar una revolución pacífica y democrática basa en el combate a la pobreza.

La gravísima crisis  del  subsector eléctrico fue  abordado por  el jefe de Estado con particular atención, al anunciar  la  construcción de  dos plantas generadoras de 300 megavatios cada una, así como la  apertura del mercado de importación de gas natural y la persecución penal contra  el robo de energía.

Los anuncios sobre construcción  de cien estancias infantiles, miles de viviendas, así como eliminación  del pago de cuotas de recuperación en hospitales públicos y la reiteración del compromiso de incluir  un millón 300 mil  personas más al régimen  subsidiado del Seguro Familiar de Salud, fueron otros mensajes alentadores en el discurso presidencial.

El emplazamiento a Barrick Gold para que  acepte renegociar el contrato de explotación de la mina Pueblo Viejo, constituyó sin dudas el punto más elevado   en la comparecencia del presidente Medina, pues su advertencia de que  el Gobierno propondría aplicar un impuesto sobre ingresos inesperados, concitó respaldo unánime de la ciudadanía.

Tal y como arengó el Presidente, resulta inaceptable que  durante los primeros años de explotación de esa mina, por cada cien dólares  de  exportación de oro, la Barrick se alce con 97 dólares y  el Estado dominicano sólo  unos míseros tres dólares, más aun si se sabe que  con los actuales precios de la onza  de ese metal precioso,  esa multinacional recuperaría su inversión en menos de tres años.

Al consignar que   ese discurso  fue valiente, esperanzador y  conciliador, es menester advertir  que el  presidente Medina y su Gobierno están compelidos a mantener por todo lo alto las expectativas generadas en la población, que mayoritariamente respalda y alienta todo su contenido, en especial la férrea defensa al oro de Pueblo Viejo,  “que es del pueblo y de nadie más”.

El Nacional

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