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Ven asoma división en PLD

Ven asoma división  en PLD

Por primera vez desde su fundación en 1973 por el referencial presidente Juan Bosch, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que es un verdadero partido poderoso y dominicano, pero que de liberación solo es un enunciado, confronta una ostensible división que puede conducirlo a perder el poder en las elecciones del 2020.

Los dos máximos referentes de poder del PLD, el presidente Danilo Medina y el expresidente de la República y presidente de esa organización política, Leonel Fernández, mantienen una tensa diferencia que por la puja de controlar el poder, obviando las experiencias nefastas de la división en el Partido Revolucionario Dominicano, vislumbran conducirlo al perigeo de su hasta hoy apogeo de dominio del escenario político dominicano.

Ambos se manejan con una discreción y serenidad en el ejercicio de un accionar público que no consigue la acera opuesta que se afana por desplazarlo del poder, sin obviar las profundas resonancias magnéticas de un distanciamiento que concluirá al final con la imposición de uno sobre el otro.

Hay de por medio un fardo de agravios, los más, del presidente Danilo Medina cuando para optar por la reelección, prohibida por la Carta Magna, decidió reformarla pret a potter, send made, con el único canon de posibilitar su continuismo, uno de los principios que insertó el presidente Juan Bosch en la Constitución del 29 de abril, de 1963, que junto al límite de la propiedad rural y la enseñanza laica le costó el poder a tan solo siete meses de asumir el mando supremo, idéntico al civilista como él, Ulises Francisco Espaillat, del 29 de abril al 5 de octubre de 1876.

Encima de ese obstáculo evidentemente insalvable para Leonel Fernández, en medio de los aprestos reeleccionistas, el presidente Medina consintió o concibió la infeliz iniciativa de retornar al país al condenado narcotraficante Quirino Castillo, a raíz de cumplir condena en Estados Unidos como un capo importante del tráfico de estupefacientes hacia la primera potencia planetaria, con el protervo propósito de tenerlo como un galipote contra Fernández, por el alegato de financiar su reelección en 20l2.

Idéntico a su máximo conductor hacia los estratos supremos del poder, el presidente Joaquín Balaguer, Leonel Fernández no suelta prenda de resentimiento, silencia todos los agravios, aunque como ser humano es evidente que los siente en lo profundo de sus reacciones emotivas, pero calla, aunque no necesariamente otorga.

Las aguas aparentemente tibias de la confrontación Leonel-Danilo, un macth de pronósticos reservados, como los grandes quebrantos de salud, van rápido calentándose hacia la ebullición, que podría culminar en una peligrosa y determinativa división del PLD, cuando el día primero de este mes de junio el doctor Franklyn Almeida Rancier, una figura clave del leonelismo, famoso por su talibanismo, altanería y prepotencia, expresó que el triunfo de Danilo Medina era un gigante con los pies de barro, una expresión irreal, que se desmarca de los resultados del certamen cívico del 15 de mayo, donde el PLD con aliados obtuvo 2 millones 847 mil 414 votos para un 61.74% de la votación, y solo consiguió 2 millones 315 mil 964 votos o un 50.22%, que hubiera ganado las elecciones como quiera.

Pies de barro fue la gestión de Franklyn Almeida siendo titular de Interior y Policía, que igual a su sucesor, José Ramón Fadul Fadul, no han conseguido domeñar la delincuencia por ausencia de un diseño eficaz para devolver al Estado el monopolio de la violencia, hoy en poder de la canalla.

En el transcurso de la campaña electoral, el presidente Danilo Medina y Leonel Fernández hicieron campaña en escenarios diferentes, nunca se juntaron, y luego del triunfo, Leonel no felicitó a Danilo ni se han juntado ni un instante, y el todopoderoso Comité Político que es el auténtico dueño del país, porque en su membrecía de 35 miembros se concentra el centro de poder decisorio de diez millones de dominicanos, aún no se ha reunido para reconocer y proclamar el triunfo de Danilo Medina en la cita cívica del 15 de mayo.

Las sutiles agresiones del danilismo al leonelismo siguen expresándose en las derrotas electorales del alcalde del Distrito Nacional, el inoperante que se hace llamar Roberto Salcedo, el más anodino y mediocre alcalde que se recuerda de la ciudad de los colones, desbancado de su poltrona luego de 14 años de anomia municipal, y sustituido por un desconocido David Collado, auspiciado por el danilismo y el grupo empresarial más poderoso y añejo del país, donde se acuñó la oligarquía criolla al amparo del dictador Ulises Heureaux, el terrible Lllís.

Los agravios se suceden uno a otro, al producirse la sustitución de los senadores de El Seibo y Puerto Plata, cuadros del leonelismo, y el transfuguismo de la senadora de Dajabón, Sonia Mateo, cuadro del leonelismo, al danilismo, para conservar su curul, de todo lo que Almeyda Rancier arracima al leonelismo la estrategia divisionista.

Es evidente que el líder del PLD, hoy por hoy, resulta ser el presidente Medina, atendiendo a la lógica elemental de que líder es a quien siguen las mayorías, que es el caso del gobernante reeleccionista, de quien desde tan temprano como ahora, se especula a nueva vez prestarse a modificar la Carta Magna para “sacrificarse” y optar por un tercer mandato, dominando como domina, el escenario político y una cuota no pequeña del poder económico a su disposición, dentro y fuera del PLD.

Hay, empero, escollos no pequeños que el presidente Medina tendrá que superar para reelegirse, o imponer un delfín, que no se vislumbra que para evitar la inminente división que se cierne sobre el PLD, respaldaría la candidatura presidencial de Margarita Cedeño de Fernández, esposa del anterior gobernante y vicepresidenta de la República.

Otro valladar consiste en el comportamiento de la economía en los próximos 36 meses, un año antes de las elecciones del 2020, junto al dominio de la delincuencia, la que cada vez más denunciada corrupción impune, y finalmente el factor del síndrome del hastío, en una sociedad voluble, por 20 años del PLD conducir el destino nacional, y el imperativo de un cambio de ruta y personajes que saturan la capacidad de tolerancia ciudadana.

El Nacional

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