Es lógico que, por múltiples razones, sobre todo políticas y económicas, el estado de salud del presidente Hugo Chávez sea motivo de incertidumbre dentro y fuera de Venezuela. Sin embargo, opiniones imprudentes como la de Estados Unidos ante un eventual vacío en la nación suramericana no hacen más que exacerbar los conflictos de poder. Y los ánimos.
La oposición venezolana, agrupada en la Mesa de Unidad Democrática, ha sido más cauta al limitarse a solicitar al Gobierno que diga la verdad sobre la salud de Chávez. Aunque ha calificado como una irresponsabilidad descomunal pretender hacer creer que el mandatario, que convalece en Cuba de una cuarta operación de cáncer, está en el ejercicio de sus funciones.
El liderazgo de Chávez y su protagonismo en la región alimentan la amalgama de interrogantes sobre su eventual incapacidad para juramentarse el viernes 10 para su tercer mandato presidencial. Pero no ha de olvidarse que Venezuela tiene su Constitución y sus leyes, por lo que sabrá cómo afrontar cualquier problema institucional.
El Gobierno de Venezuela nada tiene que despejar en torno al ejercicio del poder ni la propia salud de Chávez. El presidente en funciones, Nicolás Maduro, quien maneja las riendas del poder desde el 8 de diciembre, se ha ocupado de informar que el mandatario se enfrenta a un proceso postoperatorio complejo y delicado. Aún así, la oposición no está satisfecha como se advierte en su declaración de que es esencial que el Gobierno actúe de modo que dé confianza y que diga la verdad.
En tanto las conjeturas se incrementan a medida que se acerca la fecha de juramentación, Estados Unidos no ha querido desperdiciar la oportunidad de crear más tensión y alboroto al advertir que en Venezuela debe darse una transición consistente con la Constitución, con elecciones transparentes, libres e imparciales, en caso de que Chávez no pudiera ejercer el cargo.
Se olvida, sin embargo, que el artículo 233 de la Constitución venezolana pauta el proceso en caso de producirse una ausencia absoluta del presidente electo antes de que pueda tomar posesión. En ese caso el cargo lo ocuparía el titular de la Asamblea Nacional y se convocará a elecciones en 30 días. Como la ausencia de Chávez no es absoluta la fecha de juramentación, según el vicepresidente Maduro, puede prorrogarse por unos tres meses.
La incertidumbre ante el estado de salud de Chávez no debería ser utilizada para crear malestar. Con todo y que haya que estar preparado, antes de los precipitados y censurables movimientos de fichas políticas, debería respetarse hasta el dolor de esos cientos de miles de venezolanos que se han unido para orar por la recuperación y el retorno de su líder.

