Casi todos los viajeros se dirigían a la isla caribeña, de moda en un contexto internacional deslumbrado por la hospitalidad de sus ciudadanos e impresionante belleza.
Muchos respondían a las características de una persona desparpajada, alegre, festiva y abierta con los extranjeros. No es casual el aumento exponencial de turistas.
Pese a la diversidad cultural de quienes se disponían a abordar el avión, llamó la atención aquella joven tan distinta a los demás.
Sus botas casi a las rodillas. Sus orejas atiborradas de minúsculos aretes y la nariz de la que sobresalía una argolla poco disimulada. Como si fuera poco, cuando hablaba, su lengua dejaba entrever una prenda metálica que generaba la inquietud de saber si no entorpecía en la ejecución de la variedad de funciones en que debe intervenir ese órgano.
Su locuacidad era de antología. Les ponía conversación a quien cerca le quedase, los que no dejaban de sospechar que algo estaba influyendo en una conducta a todas luces alejada de la normalidad.
A menos de dos horas del inicio del vuelo pocos estaban despiertos. Ella encabezaba la lista. Por eso, buscaba, afanosa, personas que le acompañaran en aquella necesidad irrefrenable de tener compañía.
Al fin encontró un alma solidaria que se compadeció de su carencia y entablaron conversación.
Pocas veces había recibido una síntesis tan bien estructurada, capaz de embutir en tan poco tiempo toda una vida que alcanzaba más de tres décadas.
Eso incrementó la conmiseración de su contertulia.
Constatar la triste historia que significaba la existencia de esa pobre mujer, la hacía sentir mejor por haber tomado la decisión de prestarle sus oídos para que derramara en ellos una melancolía acumulada por siglos.
Quiso motivarla para que buscara mecanismos distintos para convivir con la frustración por sus sueños rotos. Casi seguido supo que todo era en vano. Ella no deseaba encontrar refugios opuestos a los que recurría para sumergirse en una nebulosa de ficción y, de esa forma, detener cualquier pensamiento que le trajese a colación siquiera uno solo de sus traumáticos episodios.