Considero que es importante, por el bien del planeta y el nuestro personal, que haya, y que conozcamos, algunas de las asociaciones sin ánimo de lucro que existen. Es positivo y sube la moral el saber que no todos piensan únicamente en sí mismos. Una de ellas, muy importante, es Médicos Sin Fronteras. MSF son las siglas con las que se le conoce en el mundo. Esta humanitaria estructura internacional, de acción médica, opera desde el 1971, en más de 65 países de los cinco continentes. Participa, con su ayuda, en poblaciones que se encuentran en situación precaria. Auxilia a las víctimas de catástrofes naturales, a poblaciones afectadas por enfermedades endémicas y epidémicas, que no reciben la atención sanitaria necesaria, a víctimas de violencia social, como son los conflictos armados, sin distinción de raza, religión o ideología.
Hasta hoy, MSF cuenta con 19 secciones, cuya labor se coordina con el de su Oficina Internacional en Ginebra, dos de enlace con la ONU, uno en esa ciudad y otro en Nueva York. Colaboran, con esta organización, cerca de 22.000 profesionales, en el terreno de conflicto, y más de 3,8 millones de socios y colaboradores en los cinco continentes, de los cuales más de 487.000 corresponden a la sección española. En reconocimiento a su labor, MSF recibió el Premio Nobel de la Paz en 1999.
El 84% de sus ingresos se destina a gastos directos y de apoyo a misiones y a actividades testimoniales y humanitarias. El 16% restante corresponde a gastos de captación de fondos, gestión general y administración.
Existen diversas formas de colaborar con esta asociación. Pero, el otro día, cuando me dirigí a una farmacia madrileña, quedé gratamente sorprendida por la imaginación que tienen los que la conforman, como vengo percibiendo desde hace años. En el mostrador del establecimiento vi un pequeño expositor de cartón que contenía unas cajitas rojas, cuyo precio es de 1 euro, unos 50 pesos dominicanos. El nombre de la medicina en cuestión es el siguiente: Pastillas contra el dolor ajeno y su contenido son seis caramelos de mentol y eucalipto.
Los proyectos de MSF van dirigidos a prestar asistencia médica y humanitaria a poblaciones vulnerables, como he mencionado. Muchos de ellos incluyen programas de salud materno-infantil, asistencia durante el embarazo y parto y un posterior seguimiento sanitario del niño. Programas de inmunización, que incluyen diferentes tipos de vacunas, seguimiento nutricional, atención integrada al niño enfermo, y un largo etcétera.
La cadena de distribución de ayuda se controla, desde su origen hasta su destino final, mediante dos centrales de compra y almacenaje en Europa. En cuanto al punto de vista financiero, MSF dispone de mecanismos que garantizan la transparencia de la gestión, tanto en la sede como en los proyectos. Las cuentas de la organización y de los programas in situ, son auditadas, cada año, y publicadas en su página Web. Los recursos proceden de fondos privados e institucionales. MSF cuenta con profesionales, retribuidos de distintas formas, saliendo a su destino con un contrato laboral con todos sus derechos y deberes en su mayoría, de larga duración.