Opinión

Voces y ecos

Voces y ecos

Rafael Peralta Romero

Tapón político

El pasado lunes (7 de septiembre) Santo Domingo tuvo que sufrir un horroroso taponamiento de tránsito. Vías esenciales de la ciudad fueron obstruidas y miles de ciudadanos padecieron las consecuencias. Durante horas fue imposible moverse en avenidas como George Washington, Independencia, Bolívar o Abraham Lincoln.

El caótico tránsito vehicular es parte del vivir cotidiano en la Capital dominicana. Pero el tapón del lunes obedeció a otra tipificación. No fue parte de la rutina de cada tarde. La paralización fue provocada.

¿Por una federación de transportistas exigiendo más beneficios para su negocio? ¿Por grupos civiles protestando contra la corrupción estatal? No.

El promotor de la inmovilización fue el propio gobierno. Parece una paradoja o un absurdo, pero vivimos en un país paradojal. En este singular país ningún hecho, ninguna conducta humana ni ningún acto de gobierno resultan insólitos. Que la AMET asumiera la situación con marcada calma, podría ser indicio de que se le bajó esa línea.

El lunes 7 era la cita para firmar el acuerdo mediante el cual el Presidente Danilo Medina quedaba autorizado para la absorción del que fuera el Partido Revolucionario Dominicano, dueño de una historia de luchas gloriosas, ahora cambiado pérfidamente por promesas de empleos para unos y ventajas mayores para el otro.

La propaganda oficial había vendido como un hecho histórico aquella firma, y en tal virtud se procuró crear impacto interrumpiendo la libre circulación de los ciudadanos. Quizá querían simular algarabía por el acto.

La gente, impotente en las extensas hileras de autos, dijo de todo y maldijo a todos, sin saber la causa del atasco.

Mientras miles de personas aguardaban avanzar hacia sus hogares u otros destinos, en un fresco salón del hotel Jaragua, el Presidente Medina aseguraba que: “El acuerdo inicia la senda del progreso en alta velocidad”. ¿No es paradójico? Claro. Y también lo es que una organización política sea vendida y comprada tan descaradamente.

Pese a lo molesto, el tapón del lunes 7 constituye un buen símbolo de lo que ocurría esa tarde. Porque ese acto representaba un tapón en la democracia dominicana. En el organismo humano la obstrucción de las arterias provoca el paro cardiaco. En cuestiones de Estado, ciertos comportamientos se tornan obstrucciones para la decencia política.

La democracia conlleva que las vías de expresión de los ciudadanos se mantengan libres. Los partidos políticos tienen que ser soportes de la democracia, pero cuando un solo sujeto los controla todos, se obstruye la democracia, como se obstruyó el tránsito el pasado lunes con un tapón netamente político.

El Nacional

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