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Seguridad vial

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MADRID. (elmundo.es). Apto para conducir… o quizás no tanto. Cuando se trata de conductores que han sufrido una enfermedad neurológica, como un ictus, que están afectados por esclerosis múltiple o Parkinson, no siempre es fácil medir hasta qué punto es seguro que se pongan al volante. Depende del tipo y grado de afectación de cada individuo, una situación que le toca evaluar al neurólogo, cuyo informe se convierte en una pieza clave en los centros de reconocimiento para la conducción.

En la práctica habitual, estos especialistas se apoyan en una serie de pruebas clínicas y neuropsicológicas para evaluar las capacidades del conductor, pero desde hace tiempo vienen reclamando un protocolo más estandarizado y concreto que permita definir con claridad si el paciente puede seguir conduciendo.

A veces, argumenta Jesús Porta, neurólogo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, “el deterioro cognitivo de una persona es leve y aún podría ser autónomo [conduciendo] sin suponer un riesgo para terceros”. El hecho de incapacitarle para conducir (la última palabra no es del neurólogo, sino del médico evaluador del centro de reconocimiento para la conducción) “puede cambiarle aspectos importantes de su vida. Le evitas estímulos que pueden ser beneficiosos para su recuperación”. Al fin y al cabo, la capacidad de conducción es un indicador de independencia y autonomía.

“Convendría establecer un protocolo más concreto sobre quiénes pueden o no pueden conducir”, reclama Manuel Murie, director de la Unidad de Neurorehabilitación del departamento de Neurología de la Clínica Universidad de Navarra. Tanto para casos de Parkinson como de esclerosis múltiple, agrega, la normativa de la Dirección General de Tráfico (DGT) “no hace referencia expresa. […] Quedarían encuadradas en el apartado del sistema nervioso y muscular”. Dicho párrafo señala que “no deben existir pérdida o disminución grave de las funciones motoras, sensoriales o de coordinación, episodios sincopales, temblores de grandes oscilaciones, espasmos que produzcan movimientos amplios de cabeza, tronco o miembros ni temblores o espasmos que incidan involuntariamente en el control del vehículo”. Queda, por lo tanto, al criterio del facultativo y “cuando uno quiere valorarlo no tiene al alcance directrices ni sabe cómo hacerlo”, apostilla Murie.

Como explica Elena Valdés, asesora médico de la Dirección General de Tráfico (DGT), “no es el diagnóstico de la enfermedad el que impide la conducción sino las capacidades de la persona en un momento determinado. Debe ser una valoración individualizada, atendiendo a la evolución del paciente”. Aun así, reconoce, es verdad que la conducción es una actividad muy compleja en la que intervienen muchas capacidades (perceptivas, cognitivas y motoras) “y cuantas mejores herramientas haya para evaluar al conductor y conocer en profundidad sus aptitudes básicas, mejor y, de hecho, en este sentido estamos trabajando”.

Un simulador de conducción

En este escenario, un equipo de neurólogos de la Clínica Universidad de Navarra ha puesto en marcha un estudio (que cuenta con financiación del Gobierno de Navarra y la Fundación Gencime) para proponer a la DGT un sistema más específico que ayude a valorar las capacidades de este tipo de pacientes para manejar el volante. Además de someter a los participantes a una exploración física, una captimetría (para analizar su capacidad visual) y un examen neuropsicológico, les realiza una prueba de conducción simulada.

Al igual que en un coche real, el paciente tiene asiento, volante, pedales y palanca de cambios. A través de esta herramienta (denominada Signos), se le reproducen distintas situaciones en un entorno de seguridad. Contextos en los que, a juicio del equipo investigador, pueden aparecer fallos en la conducción derivados de la presencia de alteraciones cognitivas, tal y como sucedería en la vida real. “Tienen que conducir por autopista, por carretera de montaña, zona urbana, analizamos la impulsividad, la atención dividida, el comportamiento en velocidades altas, tiempo de reacción…”. En total, se toman más de 60 parámetros por segundo que después se analizarán.

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