Es una tradición que cada aniversario de la gesta restauradora, más aún en el inicio de un nuevo mandato, genera más atención en la composición del gabinete que en la hazaña de los patriotas que rescataron la soberanía e independencia de la nación dominicana.
Desde que el general Pedro Santana formalizó la anexión a España, en 1863, comenzó la rebelión, según los historiadores, con un levantamiento en San Francisco de Macorís. Pero es con el Grito de Capotillo, el 16 de agosto, que se inicia la guerra restauradora, gracias en gran medida a la cooperación con los patriotas dominicanos del gobernante haitiano, general Fabre Geffrard.
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En la gesta brillaron figuras tan veneradas como Gregorio Luperón, Benito Monción, Gaspar Polanco, Antonio Pimentel, Santiago Rodríguez, Antonio Salcedo y muchos otros. Los dominicanos utilizaron el machete y recurrieron a la guerra de guerrillas para tras dos años de lucha cantar victoria frente a las tropas españolas y el general Santana, quien perdió la vida en Guanuma defendiendo su nefasta anexión.
Esa epopeya tiene que exaltarse en cada aniversario porque ratificó la determinación de República Dominicana de ser una patria independiente, libre y soberana. Decepciona y a la vez alerta que un general que se había destacado en la lucha por la separación de Haití en 1844 se prestara a enajenar, por un título de marqués y una remuneración, los principios más puros de la nación. Hoy debe conmemorarse la Restauración de la República.