Editorial

2021

2021

La estela de sinsabores que deja 2020 solo proyecta esperanza para 2021, abrevando, claro está, en la dramática realidad. El carácter planetario de la crisis sanitaria y económica con que cierra este año no tiene parangón en la historia.

Las dos guerras mundiales, la gripe española de 1920 ni el colapso financiero de 1930 han tenido tanto impacto en la salud y las actividades productivas como la pandemia que desde marzo obligó a confinar la población e imponer restricciones para contener la expansión de la contagiosa enfermedad.

La despedida de 2020, que además de tinieblas ha tenido sus luces, no presagia los mejores augurios para los primeros días del año entrante.

La pandemia ha relegado hasta las expectativas con los resultados de las elecciones ganadas por el entonces opositor Partido Revolucionario Moderno (PRM) con Luis Abinader como candidato presidencial.

No importa lo auspiciosas que puedan ser las señales que hasta ahora se hayan enviado para transparentar y hacer más eficiente el ejercicio del poder.

Se está ante una crisis vinculante y, como cada país, República Dominicana se ha visto compelida a adoptar medidas drásticas para lidiar primero con la epidemia y después con la recuperación de la economía.

Habida cuenta de que las restricciones no han surtido los efectos esperados, aunque por lo menos se ha logrado que el cuadro sea menos tétrico, la gran esperanza para superar la crisis sanitaria está en la vacuna que ya ha comenzado a aplicarse en varios países.

Pero este país, además de combatir el coronavirus, enfrenta otros retos fundamentales para fortalecer su proceso de desarrollo, recuperar el empleo, dinamizar la economía y reducir la desigualdad.

Como ejes básicos están las reformas que tienen en la discusión del pacto eléctrico y del fiscal, ambos consignados en la Constitución, su punto de partida. Además de transparentar las reglas de juego, los convenios están llamados a allanar el camino a la inversión nacional y extranjera que tanto se necesita para mejorar las condiciones de vida de las grandes mayorías.

Otro de los desafíos consiste en que las autoridades se conviertan en ejemplo de honradez y respeto a las leyes como referencia para dirigir y obligar a la población a que acate las normas.

El año entrante se perfila, por tanto, como un período de sacrificios colectivos en que gobernantes y gobernados tienen necesariamente que hacer sus aportes para salir cuanto antes de la crisis sanitaria y de esa manera sentar las bases para superar los demás lastres.

Antes que hacerse ilusiones lo sensato es ver 2021 como un año de grandes desafíos para la nación, sin caer en el pesimismo.

El Nacional

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