Los millennials.-
Es notorio la ausencia en el debate electoral de un sólido contenido de propuestas políticas, económicas o sociales dirigido a los diferentes grupos de intereses de votantes porque la oferta electoral se ha centrado en el mercadeo de expresiones folclóricas que cultiven sentimientos favorables o denuncias estrambóticas que generen rechazo.
Se reconoce que a nivel municipal se encaminan algunas iniciativas en la intención de enfocar la discusión proselitista en temas incluidos en el catálogo de anhelos de las municipalidades, como medio ambiente, tránsito, transporte, espacios públicos y seguridad ciudadana, pero esos esfuerzos todavía son insuficientes.
Los candidatos disparan en todas las direcciones sus cartuchos de promesas sin tener en cuenta los blancos específicos que requieren tipos de municiones especiales o diferentes, como la juventud y los estudiantes, emprendedoras, trabajadores, productores agropecuarios y los grupos de excluidos o discriminados.
Las elecciones municipales a celebrarse dentro de dos semanas se llevarán a cabo en un ambiente caracterizado por estabilidad política y monetaria, crecimiento económico, con baja inflación, generación de empleo y expansión de la economía a través del crédito y el consumo.
En ese escenario, la estrategia de sostener un debate electoral basado en la denuncia por la denuncia misma está condenada al fracaso.
De cara a las elecciones presidenciales de mayo, partidos y candidatos deberían revisar sus estrategias si de verdad aspiran a ganar en primera vuelta o ser incluido en la boleta para una segunda consulta.
El liderazgo político parece ignorar que el destino de las elecciones municipales, congresuales y presidenciales está en manos de los “millennials”, los nacidos a partir de la década de los 80, que hoy representan la mayoría de la población votante.
Los millennials han obligado a grandes corporaciones mundiales industriales y financieras a cambiar sus perfiles y estrategias de servicios en los mercados para asociarse con una generación con altos valores sociales y éticos, hiperconectada que realiza sus compras y transacciones bancarias por internet.
Los adjetivos electorales no surten efecto en los millennials, como tampoco las peroratas del nacionalismo, ni del socialismo trasnochado, ni del fantasma de Trujillo, porque profesan formas de internacionalismo, solidaridad con el planeta y rechazan toda forma de autoritarismo.
A la democracia le conviene que partidos y candidatos promuevan un útil debate electoral en el que se incluyan temas de interés de la población, desde déficit fiscal, endeudamiento, fiscalidad, migración, seguridad ciudadana, hasta el aborto y el matrimonio gay.
No se olviden que los millenials tienen la llave.