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Abinader con Duque

Abinader con Duque

Narciso Isa Conde

Abinader invitó recientemente al mismísimo Duque para condecorarlo. Invitó al pupilo de Álvaro Uribe: el expresidente asociado al paramilitarismo, a los 6,000 falsos positivos (repartidos entre su gestión y la de Juan Manuel Santos), a la matanza de la Colonia 13 en Medellín (con Montoya a la cabeza), a las motosierras y juegos de fútbol con las cabezas de los descuartizados, a las fosas comunes…

Uribe, apoyado durante su funesta gestión -igual que Duque- por 10 bases militares estadounidenses y la OTAN (en una Colombia sumida en la narco-política), fue el astuto y eficaz presidente de un Estado terrorista, que sirvió y sirve de plataforma de agresión contra países vecinos de la región; y, a la vez, como fábrica de mercenarios. Álvaro, el de la ficha 82 de la DEA, perdonado por su servilismo al imperio. Saboteador, junto a su heredero político, del proceso por la paz.

Duque: el ahijado político, continuador de las masacres, quien carga en su mochila con unos 1,300 asesinatos de líderes sociales y exguerrilleros. Expresión relevante de la nueva colonialidad, de los nuevos gobernantes serviles… renovadores del lacayismo y el fascismo en tiempo de crisis y decadencia del Coloso del Norte.

Llegó Duque a esta hermosa Quisqueya con las culpas de sucesivas masacres cometidas durante el reciente paro nacional. Llegó harto de dar órdenes de ametrallar multitudes y asesinar; y vino sin pueblo que representar, vacío de apoyo popular, desacreditado, chorreando sangre y lodo para abrazar a su colega Abinader; y, de paso, para sumarle inmundicias al Congreso Nacional.

Meses atrás fue visitado por elites capitalistas dominicanas, que con la venia de un presidente-empresario, han asaltado el gobierno y el Estado para privatizar y terminar de apropiarse de lo que queda del patrimonio nacional. Y vino ahora a regocijarse del coloniaje practicado por ambos, gustosamente a las órdenes del Comando Sur, la IV Flota y las transnacionales mineras de Norteamérica.

En el Congreso y el Palacio de Gobierno se escenificaron los momentos altos de su periplo dominicano, para firmar allí acuerdos comerciales a favor de las respectivas oligarquías y simular decisión de enfrentar la narco-delincuencia desde dos Estados realmente delincuentes; y usar a la vez el Congreso Nacional -con el respaldo de Abinader-PRM- para despotricar contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, en la misma tónica imperialista destinada a estigmatizar esas naciones y excluirlas de la Cumbre de las Américas, preparando el terreno para nuevas agresiones. En fin, que con disfraces y estilos diferentes, son cáscaras del mismo palo; y, por cierto, con un tronco bastante podrido.