En algunos programas televisivos hay un destape de devotos y pastores de diversas denominaciones religiosas que, parecerían insuflar en la población dominicana el criterio de que los no creyentes en Dios, no son bondadosos ni emprenden obras de bien a favor del prójimo. Pero no solo eso, lucen interesados en afincar una teocracia en República Dominicana.
Claro, al margen de las creencias religiosas del pueblo dominicano, para lograrlo, tratan de estimular al gobierno de turno.
Todo el que emprende una paradigmática acción, labor altruista, o una que otra hazaña en defensa de alguna persona, es un héroe que debe ser reconocido por el gobierno. Una evidente intención de capitalizar en lo político-religioso.
Incluso, se ha llegado al extremo de preguntarles a los protagonistas de hechos un tanto heroicos, si creen en Dios. Esa pregunta parece querer condicionarlos y, de paso, insinuar que únicamente los creyentes son capaces ejecutar obras de bien colectivo.
¿Se pretende banalizar o defenestrar la libertad de cultos? a la vez de hacer intuir que si no se es católico; no se cree en Dios y se tiene otra filosofía espiritual; entonces se es un antihéroe. En otras palabras, se trataría de enviar el mensaje de que los que no tienen religión ni creen en ese dios, son insensibles.
Se obvian las epopeyas y las proezas de figuras que no fueron creyentes, y hasta su vida ofrendaron en pos del bienestar, no de una persona, sino de todos los dominicanos y de la patria. Los que son agnósticos o simplemente, con todo su derecho, no creen en el Dios impuesto por quienes nos colonizaron, a un sector mediático le parecería que éstos constituyen un óbice que perturbaría la gestión de Luis Abinader y su continuidad en el poder; porque él cree en Dios.