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Aquí hace falta Trujillo

Aquí hace falta Trujillo

Juan Taveras Hernández

La impotencia ante el desorden reinante por la falta de consecuencia para los violadores en los niveles, bajos, medios y altos, de las leyes, la gente suele gritar: “¡Aquí hace falta un Trujillo”! refiriéndose al tirano que a sangre y fuego gobernó el país por más de 30 años. “Cuando Trujillo había orden. Usted podía dejar la puerta de su casa abierta y nadie se atrevía a meterse. Ahora vivimos amurallados con hierros en todas las puertas y ventanas”, me comentó un señor que vivió la “Era del Jefe”.

“Aquí hace falta un Trujillo”. ¡No amigos! Aquí no hace falta un dictador que se apropie de la gente y de sus bienes, que decida quien vive y quien muere, quien merece la libertad y quien merece la cárcel, quien puede viajar fuera del territorio y quién no. Trujillo impuso el orden a base de terror, de miedo, de espanto, de la tortura, la desaparición y la muerte.

Quienes claman por “un Trujillo” no saben lo que dicen; no vivieron la crueldad del tirano, no conocieron al psicópata que como fiera devoraba a sus semejantes sin piedad. Lo peor que nos puede pasar es padecer otra noche oscura de 30 años. No, jamás otro personaje tan siniestro como el perínclito de San Cristóbal. Aquí hace falta un gobierno distinto a los que hemos tenido, capaz de poner el orden sin importar las consecuencias, que tenga la actitud, la voluntad y el coraje para los cambios que necesitamos.

Es fácil decirlo, pero muy difícil hacerlo en una sociedad corrompida desde abajo hasta arriba por los sectores económicos, políticos y sociales que han tenido el control del Estado, de un Estado estructurado para el dominio y el saqueo impune.

Para entender el fenómeno y producir los cambios prometidos hay que ver como se formó la sociedad dominicana desde la llegada de Colón hasta nuestros días; sus gentes, sus clases sociales, como nace la oligarquía, cómo se produce la acumulación originaria de capitales, etc. El PRM debió plantearse ese problema cuando se marchó del PRD y se planteó la toma del poder. Una comisión de historiadores, sociólogos y antropólogos, cientistas, todos, debieron hacer el planteamiento que le daría razón de ser para después de llegar al gobierno actuar consecuentemente, para no improvisar.

El poeta César Vallejo decía que la revolución social a la que aspirábamos hace años debía comenzar con nosotros mismos. ¿Cómo cambiar la sociedad si los ciudadanos no cambiamos, si no hacemos una retrospectiva, si no nos vemos por dentro, si no cambiamos nuestra manera de ver las cosas y de hacerlas?

No necesitamos un Trujillo para imponer el orden; necesitamos un presidente democrático, que sea garante de los derechos individuales y colectivos, pero de mano firme, que tenga la voluntad política y la valentía suficiente para acabar con el caos que reina en el país.

Por: Juan Taveras Hernández juanth04@hotmail.com

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