El derecho a la diversión
Se ha informado que el gobierno decidió cancelar la licitación de las fiestas populares que durante el mandato del presidente Danilo Medina venían celebrándose en esta temporada.
La razón que se aduce es que no habría tiempo para el montaje, por la organización y logística que demanda el pliego de condiciones de las 154 fiesta navideñas en todo el país pues la suscripción del contrato sería para el 18 de este mes, cuando ya no sería posible cumplir con el calendario.
Evidencia ello que se hizo tarde para desarrollar el proceso. Algo inaudito.
Aunque, se canceló la licitación, pero hay la posibilidad de que las fiestas se hagan mediante un proceso de contrataciones “grado a grado”.
Primera vez que se procede a una licitación, pues en las anteriores realizaciones los contratos eran grado a grado.
O sea, que la licitación, aunque estemos de acuerdo, ha venido a complicar la cosa.
Sería penoso que tantos artistas y grupos populares que dependen de esas contrataciones para conseguir “su doble” en Navidad, esta vez no cuenten con eso.
De igual manera la gente del pueblo, que participa con entusiasmo de las mismas.
Pero, como siempre, hay gente que quisiera que ese dinero no se invirtiera en fiestas populares, bajo el mismo alegato de siempre, de que «hay necesidades prioritarias».
Los eternos aburridos de la vida, que ven el entretenimiento como superfluo, cuando es algo consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Quienes así hablan son los que no se pierden un espectáculo donde las reservaciones de mesas van de 50 mil pesos hacia arriba, como las del Mayimbe Anthony Santos, sin contar lo que se gastan en finas bebidas.
Claro, tienen dinero para divertirse y disfrutar lo que le niegan a la gente de abajo.
¡Malditos!