Tras fracasar en impedir que el Congreso certificara la victoria del demócrata Joe Biden bajo el pretexto de un alegado fraude, el presidente Donald Trump incitó a sus seguidores a que tomaran por asalto la sede del Poder Legislativo.
La aventura, inédita en la historia de la democracia que exhibía Estados Unidos como ejemplo al mundo, costó la vida a cuatro personas.
El sangriento resultado confirmó la advertencia del líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, de que el boicot legislativo a la victoria de Biden sería una “espiral de muerte”.
También el vicepresidente Mike Pence había rechazado la locura de un mandatario que tras los sangrientos sucesos se despide de la peor manera de su conflictiva gestión. Obcecado con permanecer a cualquier precio en la Casa Blanca, Trump hizo caso omiso de la advertencia de 10 exministros de Defensa sobre las consecuencias que acarrearía alterar el orden institucional.
No pudo involucrar a los militares en lo que Biden definió como una insurrección, pero logró que seguidores suyos violentaran la sesión del Congreso. Tras la inaudita incitación y los nefastos resultados lo más probable es que Trump no se salga con las suyas al dejar la Casa Blanca.
Tendrá que responder por las muertes y los daños ante una justicia que ya había rechazado sus alegatos. Como se dice por aquí, está feo para la foto.
