Opinión

Bonao: “Apocalipsis now”

Bonao:  “Apocalipsis now”

Una cosa es cuando se pasa por Bonao y otra cuando una se detiene en Bonao, que es una parada obligatoria para los amantes del queso blanco y las galletas de ajo, y del segundo mejor yogurt del país.

El camino es hermoso, lleno de framboyanes ahora florecidos y plantaciones de arroz, a lo lejos las montanas, que la Falconbridge inteligentemente no desforestó del lado en que pueden verse, es paisaje lunar que solo se percibe desde los helicópteros.

Tuve que detenerme en Bonao porque allá vive un familiar que emigró desde Nueva York para inscribirse en la escuela de Cándido Bidó y aprender su técnica. Por lo menos eso creía, hasta que se encontró con frustrados profesores cuyo objetivo principal es desmotivar al alumnado vaticinando que solos eran choferes de concho. De 40 que empezaron, apenas diez continúan y eso a pesar de un profesorado que sabe todo menos enseñar, en instalaciones oscuras que niegan la luminosidad de uno de los pintores de mas reluciente humanidad, Bidó.

Esta vez el problema no era la escuela, sino el hurto sistemático de todo lo que podía robarse en una casa y el descubrimiento de que en Bonao hay puestos de drogas en todos los barrios y redes de motoristas que la distribuyen de manera eficiente y alternada. Esto lo sabe la policía local, la cual se declara totalmente incapaz de bregar con el fenómeno, dado su carácter masivo y permanente.

Son los estragos de las economías mineras, que no generan suficientes empleos para la juventud ni capacitación que los prepare para otras depredaciones, digo, empresas mineras, aquí o en el exterior.

Lo que horroriza son las edades. Son muchachos que no pasan de los veinte años, ejércitos que en sus motocicletas llevan el control de todo lo que acontece en un barrio. Son los habitantes del corazón de las tinieblas que sirvió de inspiración para la película Apocalipsis Now, de Coppola. Saga entre el hombre y la naturaleza donde esta termina venciendo y vengándose. ¿No querían riqueza rápida y fácil? Muéranse de contaminación, pierdan sus cosechas, abandonen la agricultura, contaminen sus aguas, pierdan el hábitat de sus padres.

En Bonao las montañas impasibles observan la debacle de las nuevas generaciones. Es su triunfo frente al naufragio de un pueblo donde ya nadie se siente seguro, donde nadie ayuda a nadie, donde se vive bajo el terror de salir un par de horas de la casa y regresar para encontrar que han arrancado la puerta con todo y candado y al perro le han partido la cara sin que nadie haya visto nada. Dice el capitán Céspedes: no damos abasto. Hay que empacar e irse.

El Nacional

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