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Botellas dominicanas

Botellas dominicanas

Susi Pola

Conocer un incidente de desobediencia grave seguida de arrogancia y discurso de odio, clasista, sexista y racista, de parte de “una botella” instalada en una oficina pública de Santiago, nos motivó a retomar un tema que es recurrente en la queja de empleados y empleadas, generalmente del sistema público.

Usamos el término “botella” cuando nos referimos a los sueldos que reciben desde el Estado, es decir, del erario, personas relacionadas con funcionarios/as y/o políticos/as, partidos, o gente de poder, a cambio de un salario y poco o ningún trabajo.

Llegan de repente al espacio laboral público, con la referencia de un/a tal o cual funcionario/a, y en su inmoralidad, muchas de esas personas aterrizadas, lo hacen saber con prepotencia y sin ningún sofoco: “estoy aquí porque a mí me mandó fulano o fulana”, con la prepotencia de la corrupción entronizada.

Es muy grave porque es robar. Es usar los dineros de los impuestos que todas las personas pagamos. Es impedir que la institución “contratante” rinda los resultados que de ella espera la sociedad, ya que en áreas específicas donde se ejercen labores especializadas, no hay personal suficiente y el poco que hay cobra la mitad de quienes son botellas.

A esas personas que, impúdicamente, aceptan y buscan una “botella”, se les inventan títulos, ya que la mayoría no los tienen, relacionados con el mantenimiento y la “mayordomía”, desde inspectorías hasta “encargada”, desde los zócalos hasta los techos trabajando poco -o nada-, entran y salen engrandecidas, sin saber que ejercen y activan la corrupción. (Es tan grave, que hasta las diferentes militancias reclaman y exigen sus botellas “naturalmente” cuando asume un gobierno).

Esas botellas, deben de ser identificadas porque roban el sueldo de las instituciones del Estado, además deben ser desvinculadas y sometidas a la Justicia -aún funcionen en la propia justicia- aplicándoles el rigor de las leyes, porque cometen un crimen de corrupción que hay que combatir con estrategias de fortalecimiento de las instituciones públicas, promoviendo transparencia, rendición de cuentas, y aplicando valores éticos.

Ningún espacio de dirección sea alto, medio o menor, debería nombrar botellas y, mucho menos, aceptarlas en sus espacios de trabajo, para acabar con esta práctica ilegal e injusta que establece desigualdad laboral corrupta.

Y nadie que sea persona honrada debiera solicitar, aceptar y cobrar salarios botella.

Hay que denunciarlas rompiendo el silencio de la imposición que significa, para empleomanía, y tratar de acabar con la corrupción de abajo para que, quienes están arriba, se enteren.