El primer ministro de Haití, Ariel Henry, se ha ocupado de tornar más brumosas las perspectivas sobre la estabilidad política, social y económica de ese país.

Dice que su intención es entregar el poder cuanto antes, pero las condiciones que pone son muy difíciles de que se den, al menos por ahora. Henry, quien escribió que la misión principal de su Gobierno es entregar el poder, dijo que solo lo haría a los funcionarios electos por la mayoría en el marco de unas elecciones libres, imparciales y democráticas.

En Haití nunca ha votado la mayoría y los procesos siempre han sido cuestionados. De tratarse de una hipérbole se podría celebrar el buen deseo del mandatario, pero el caso es que en Haití nunca se sabe.

Las elecciones pueden ser un importante requisito para trillar los senderos de la estabilidad. El problema está en que por la falta de condiciones siempre son postergadas.