Editorial Opinión

Buena impresión

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La embajadora de Estados Unidos presentó sus cartas credenciales a la sociedad dominicana en una comparecencia ante la Cámara Americana de Comercio durante la cual reconoció que Haití representa una amenaza para República Dominicana, lo que significa un cambio del cielo a la tierra en la visión estadounidense sobre los nexos domínico-haitiano.

Leah Campos dijo que la inestabilidad en el vecino país constituye un riesgo directo para la seguridad dominicana por lo que su gestión trabajará con las autoridades y el sector privado para identificar iniciativas que contribuyan a mitigar los efectos de la crisis haitiana sobre la frontera.

República dominicana ha sido por años blanco de presiones de la Casa Blanca y el Departamento de Estado para que asuma las consecuencias migratorias, económicas, medioambientales y sanitarias derivada del colapso haitiano, con el agravante de que se acusó al Estado de promover apatridia y racismo.

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La diplomática dijo que la política de su gobierno frente a Haití sería la de que los haitianos puedan vivir y disfrutar en un país que sea pacífico y seguro, lo que ha sido el reclamo expuesto de manera reiterada por el gobierno dominicano en los diferentes foros internacionales.

No debería olvidarse que  en el documento final de la Cumbre de las Américas, celebrada en junio de 2022, en Los Ángeles, Estados Unidos, se pretendió obligar a República Dominicana a levantar en su territorio centros de refugiados para recibir a miles de inmigrantes haitianos que cruzarían la frontera forzados por la inestabilidad política.

Lo que se interpreta en lo dicho por Campos ha sido que su misión diplomática se enfocaría en canalizar la voluntad política de su gobierno para que Haití reciba asistencia adecuada a los fines de que logre su estabilidad, pero que también trabajaría junto a autoridades y el sector privado a los fines de mitigar riesgos directos para la seguridad dominicana.

Se resalta la promesa de la embajadora de que seguirá impulsando proyectos de desarrollo y cooperación, de una manera contundente, respetuosa y sin influir en la soberanía dominicana, tras señalar que la clausurada Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (Usaid) ejercía “un imperialismo cultural”.

A primera impresión, puede decirse que la embajadora de Estados Unidos no tiene etiqueta de pro-cónsul, ni ínfula imperial, que se muestra como una funcionaria eficiente, moderada, respetuosa, con evidente vocación solidaria y espíritu de cooperación. Que así sea.

El Nacional

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