El despido o traslado del director y de la gerente del Departamento de Neonatal del Hospital Materno Infantil San Lorenzo de Los Mina no resuelve ni mínimamente las causas que provocaron la muerte en ese centro de 35 niños recién nacidos durante el mes de febrero.
Tampoco ayuda a mitigar esa tragedia las declaraciones del director del Servicio Nacional de Salud, de que el índice de muertes neonatales se redujo desde el 2020 en un 3%, porque aun los decesos duplican la medida de América Latina. En el primer trimestre de este año, ese hospital registró 72 muertes, la tasa más alta en cinco años.
En vez de disponer una exhaustiva investigación sobre las causas que provocan tan alto número de fallecimientos de niños en ese hospital, el doctor Mario Lama cree que el tema se resuelve con la remoción de los doctores Leonel Aquino y Dagna Sánchez, a quienes responsabiliza del deterioro de los servicios médicos.
Es difícil negar que la negligencia o inobservancia del director y de la encargada del departamento de neonatos figuran como causales directos en tan alto número de decesos, pero resulta inadmisible que se pretenda ocultar que en ese centro asistencial público priman las carencias y el desorden.
El Colegio Médico Dominicano (CMD) denunció que los galenos designados en sustitución de los funcionarios despedidos forman parte del mismo entorno y han sido nombrados en violación a la Ley de Función Publica, que ordena realizar un concurso de oposición.
Es evidente que las autoridades procuran con acciones cosméticas ocultar el escándalo mayúsculo que supone la duplicación de muertes de recién nacidos en un solo mes a causa principalmente de contaminación del área neonatal de ese hospital.
El gremio médico ha denunciado que en ese centro materno infantil hay escasez de agua y jabón, carece de un sistema de seguridad que evite sustracción de robos de niños como el perpetrado el 21 de enero por una mujer que robó el bebé de la señora Geralis Payano.
La tragedia acaecida en ese hospital público se convierte ahora en burda burla ante el teatro callejero montado por el director del Servicio Nacional de Salud, quien cree que todo lo acaecido puede ocultarse o borrarse con la simple destitución de dos funcionarios. Así no se puede.