Hay quienes no lo creen, pero los dominicanos estamos transitando un camino fangoso, como los existentes en aquellas aldeas donde los campesinos tienen que ponerse botas y, cuando llegan a la carretera, se las cambian por los zapatos que lucirán en el pueblo.
Esta es una simple metáfora, pero es parecido a lo que ocurre ahora, cuando el pueblo dominicano tiene que transitar tratando de vadear situaciones políticas que cada día le afectan. No se trata de “percepciones”, como dicen algunas autoridades, sino de crudas realidades a la vista de todos.
Hoy día, la delincuencia ha llegado a tales extremos que muy pocas familias se animan a salir de noche a pasear en busca de esparcimiento tras las jornadas cotidianas, pues temen ser atracadas por los delincuentes, que ahora andan mejor armados que la propia policía, dispuestos a cualquier cosa. Se alquilan armas, se contratan sicarios para ejecutar crímenes, se compran jueces, se venden sentencias, en fin, estamos frente a un panorama realmente desalentador.
Cada día hay un creciente endeudamiento externo, pues se aprueban préstamos tan alegremente como si fuera chuparse una menta. Es decir, se compromete no solamente la soberanía nacional, sino a las futuras generaciones.
Se ha perdido el respeto por la Ley: cada día hay más violaciones a las diversas disposiciones legales, porque la Justicia no funciona. El propio Jefe de la Policía cita con estadísticas que una gran mayoría de los delincuentes que son apresados, es puesta en libertad por la Justica. En el caso de los narcotraficantes convictos y confesos es peor, pues se les devuelven los bienes que consiguieron con sus actividades ilícitas.
Continuamente se denuncian actos de corrupción en departamentos del Estado, pero nadie actúa: ni el Poder Ejecutivo, ni la Justicia. Y todo sigue igual. Cuando suele ordenarse una investigación, pocas veces se da a conocer los resultados.
Entonces, de ñapa, tenemos un presidente que no habla, a pesar de ser discípulo de Juan Bosch, quien solía rendir cuentas al pueblo casi semanalmente, para decirle cómo iban los asuntos del gobierno y qué se hacía con los dineros del pueblo.
Todo lo que hizo Juan Bosch en apenas siete meses, se derrumbó estrepitosamente por el Golpe de Estado que acabó con su gobierno. Sin embargo, cuando su Partido logró el Poder en 1978, al igual que el otro que fundó y que hoy está en el Gobierno, no cumplió con seguir los ideales de Juan Bosch.
Esto quiere decir que si el pueblo se equivoca una vez más, tendrá que ponerse unas buenas botas para transitar sin enlodarse en el camino fangoso.