Trato grosero
Señor Director:
En realidad no sé cómo empezar esta comunicación copia de la cual le envié a la señora Nélsida Marmolejos, encargada de la Dirección de Información y Defensa de los Afiliados a la Seguridad Social (Dida), sobre los maltratos, grosería y la falta de respeto con que sufre la gente que acude por ante esa entidad.
Hay empleados que nadie los supervisa, ni les dice que traten de moderar su manera de ser con los afiliados a la seguridad social dominicana, que por desgracia tienen que comunicarse con ellos.
Se muestran fuera de control, y no tratan profesional ni humanamente a las personas, mostrándose egoístas, malhabladas, neuróticas, como si las personas que tratan fueran animales.
En varias ocasiones cuando he llamado siempre me hablan mal, me maltratan, cuelgan bruscamente, y en ocasiones me responden tajantemente sin escuchar mi necesidad o las razones por las que estoy llamando.
Solo en la República pueden trabajar contestando el teléfono para atender a personas que tienen problemas y necesidades de mucha índole.
Creo que la manera de ser de esos empleados es un reflejo de una personalidad frustrada y de mala educación, que no conoce los más mínimos conceptos de servicio humano al cliente. Aunque esta queja no va a llegar muy lejos me aseguraré de que la misma quede plasmada dentro de la Dirección de Información y Defensa de los Afiliados a la Seguridad Social.
Atentamente,
Ricardo Tejeda Guerrero
Afiliado a la Seguridad Social
Perdonar
Señor Director:
Estaba leyendo el libro «La Sanación Intergeneracional» de Robert de Grandi y Linda Schubert y quise compartir esa reflexión con todos.
«Perdonar es el camino de la sanación…es el dejar marchar la dureza que se tenía hacia una persona ; soltando todas esas cosas que abrigábamos contra esa persona y soltándola de ese vínculo…perdonar es un proceso que dura toda la vida y se va recibiendo la gracia en cada momento.»
Cuando meditaba sobre esta reflexión pensaba individualmente en cada ser humano. Me refiero al perdón a un hijo, un padre, un hermano, un amigo, a nosotros mismos, por nuestras soberbias y nuestros rencores individuales que nos ahogan y muchas veces no nos dejan vivir en armonía juntos a nuestros semejantes.
Hay veces que nos dejamos vencer por la soberbia, el orgullo, la vanidad, el ego, la baja autoestima, la ansia de poder y sin pensarlo herimos, ofendemos, despreciamos, ignoramos, humillamos, sin darnos cuenta que nos hacemos daño a nosotros mismos.
Atentamente
Rosa Torres Tineo

