Cada vez que me acuerdo del ciclón… se me enferma el corazón”. Hace 92 años el ciclón de San Zenón devastó la ciudad de Santo Domingo dejando un saldo de miles de muertes. David en 1979 y luego Georges en 1998 azotaron el país con vientos superiores a los 200 kilómetros por hora.
En 1930 Trujillo aprovechó la situación para irrumpir como fundador de la Patria Nueva. En esa ocasión el “Trío Matamoros” que se presentaba en esos días, escribió la popular canción “El trío y el ciclón.
Haití fue el primer país que llegó con ayuda, por lo que Trujillo envió un telegrama a su homólogo haitiano, Eugene Roy, manifestando su agradecimiento por la ayuda y por la nobleza del pueblo haitiano. El intelectual haitiano, Jean Desquiron escribió: “El ciclón de Santo Domingo no ha sido olvidado por los dominicanos, porque arrasó la ciudad, pero es probable que ellos hayan olvidado la ayuda generosa, rápida y sustancial que le aportó el pueblo haitiano”.
El paso del huracán en 1979 fue una pesadilla para el gobierno de Guzmán. Cuando llegó Georges, el hoy diputado Elpidio Báez (director de la Defensa Civil), salió de mañanita a visitar todos los programas de TV, para decirle a la gente que no fueran a los refugios, que el huracán iba a pasar lejos. ¡Que equivocado estaba! Todavía recuerdo con impotencia, que mientras el huracán arrasaba el país, la TV nacional transmitía un programa de como siembran las piñas en Taiwán.
Ese día, salí a comprar las que serían los ultimas cervezas frías. De regreso me detuve a levantar ramos que obstruían la circulación. Ya en casa se iniciaron las fuertes ráfagas de vientos que derribaban las casuarinas (pino de los tontos). Vimos caer la verja y volar los toldos. Al otro día de una claridad inusual, los árboles en el suelo, deshojados como si hubiera pasado un gran incendio.
Fiona causó destrozos en el Este, aunque hay quienes afirman que los daños de un ciclón se pagan a sí mismos, ya que podan los árboles, y limpian los ríos. Para mí el único fenómeno atmosférico de grata recordación fue Mayra “el ciclón del Caribe” cuyos movimientos de cadera provocaban que “los muertos van a la gloria y los vivos a bailar el son”.