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Cinéfilos vs. seriéfilos

Cinéfilos vs. seriéfilos

Elvis Valoy

Como el buen vino que mientras pasa el tiempo, su calidad aumenta, así es el séptimo arte, el cual en cada cosecha se hace irrenunciablemente más exquisito. El cine, adherido a los avances tecnológicos, ha logrado reformularse, y convertirse en ineludible opción de la juventud.

Es una realidad incuestionable que la llegada de internet diversificó la oferta cinematográfica, y las grandes productoras artísticas, que se husmearon el extraordinario mercado existente en la web, pasaron a manejarse en dos aguas: por un lado la tradicional e inmarcesible sala de pantalla gigante; y por el otro, el servicio streaming que les está reportando grandes beneficios económicos a esos establecimientos negociantes de películas.

La gente hace fila para ver en espacio grande a Avatar, The Fabelman`s, Wakanda por siempre, El Gato con Botas, etc., dejándose transportar en una alfombra mágica a ignotos mundos de colores.

Pero igualmente se apoltronan en sus sofás hogareños o camas para disfrutar de series streaming, algunas de las cuales se han hecho antológicas, como Emily en París, Bienvenidos a Chippendales, The White Lotus o Pachinko, que con sus puntos de inflexión colocados inteligentemente en los guiones de las mismas, nos trasladan de un piso a otro en el entretenido edificio de sus capítulos, contándonos asombrosas historias que nos envuelven desde sus inicios.

Netflix, Disney Plus, Amazon Prime, HBO Max, AppleTV, se preocupan por la creación de contenidos que fascinen al público, lo que se convierte en dinero y ganancias para sus negocios. Como caballo sin riendas, la portentosa competencia de estas empresas streaming las ha establecido entre las opciones del gusto de una gran parte de la población mundial.

Algunas personas tienen el capricho de disfrutar tanto el cine como las series, pues se considera que uno es realmente una hija del otro.