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¿Cómo se construye un dictador?

¿Cómo se construye un dictador?

Rafael Leónidas Trujillo militar y dictador dominicano.

Por: Marcia Castillo

Realizar un inventario psicológico de una persona en concreto sin observar o analizar su comportamiento  in  vivo  no  resulta  tan sencillo  y  puede que en ocasiones  sea poco efectivo, ya que no se puede ahondar en  una exploración psicológica real.

Se  trata de reunir  documentos históricos, material testimonial o biográfico si existe, cualquier perfil psicológico llevado a cabo sin establecer contacto entre el profesional sanitario y el sujeto en cuestión pudiera ser impreciso, cosa que también ocurre  si se  trata de una persona fenecida.

Adolfo Hitler dictador alemán de origen austríaco.

Muchas son las tesis que han acuñado los investigadores desde anormalidades en el gen AVRP1, que regula la capacidad de  generosidad y empatía en los seres humanos, así como se  ha estipulado alteraciones morfoanatómicas  de  las estructuras ontogénicamente más primitivas en el desarrollo cerebral humano que conocemos como cerebro reptiliano o complejo R, esta  estructura, junto con una parte del sistema límbico está implicada con el dominio, la agresividad, la defensa del territorio y la ubicación en la cúspide de una jerarquía vertical indiscutida, según  explica Daniel Eskibel.

Por otro lado, Jerrold Post, director del programa de Psicología Política de la Universidad George Washington, sostiene que muchos dictadores sufren patología “borderline” situándose, por lo tanto, en la frontera entre la neurosis y la psicosis, ambas son  escenarios  proclives a trastornos psicóticos, esquizoafectivos y otras afecciones de la paleta  neuropsiquiátrica.

No obstante, y lejos de ser reduccionistas, sabemos que no podemos subsumir todo lo de la personalidad del “Tirano” a detritos anatómicos y genéticos, debemos ver al hombre de  manera  holística y aquí adherirnos al concepto de ser humano como ente biopsicosocial y muy recientemente también espiritual, hay que resaltar todas las aristas para salirnos de las  medianías de un ser “bueno o malo”.

Joseph Stalin dictador soviético de origen georgiano

Si vemos las dos caras de la moneda y recordamos a los empiristas en su mayor representante, John Locke, quien sostenía que el niño viene con una mente en blanco, la famosa  tabula rasa, teoría que propone que cada individuo nace con la mente «vacía», es decir, sin cualidades innatas, de modo que todos los conocimientos y habilidades de cada ser humano provienen exclusivamente del aprendizaje, a través de sus experiencias y sus percepciones sensoriales en contraposición con los postulados innatistas.

No se nace tirano, se hace un tirano, según Locke. En el reverso de la misma moneda, está el innatismo enunciando que algunos conocimientos (o todo el conocimiento) es innato, por tanto, no adquiridos a través del aprendizaje o la experiencia, repuntan que nacemos sabiéndolo o que estamos determinados a adquirirlo. La palabra «innatismo» ya sugiere algún tipo de idea, conocimiento o contenido mental que está presente en el momento en que un organismo nace “no es adquirido o aprendido por este”.

Para poder hablar del adulto dictador en un perfil psicológico hay que mirar por el retrovisor  fragmentado de la infancia, esa patria lejana pero incesantemente viva de estos hombres,  de  sus núcleos familiares, de sus bagajes, sus constructos sociales, sus lastimaduras, hay que extender  con ojo escrutador y científico la mirada a la niñez y palpar con agudeza cómo se van  acrisolando estos comportamientos despóticos, violentos y sanguinarios, en qué punto, tristemente sin retorno, el hombre se convierte en lobo del  hombre. Stalin, Gadafi, Hitler, Mao, Mussolini, Franco o Trujillo ¿qué tuvieron en común? Pero esto lo discutiremos en una próxima entrega.

La autora escritora y médica neuróloga.

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