Quito, 8 de Febrero (EFE).- Rafael Correa acaba de cumplir cinco años al frente de Ecuador, toda una gesta en el país, con un discurso beligerante contra los medios privados y con dos demandas multimillonarias que gana por ahora. Esta semana, una Corte condenó a dos periodistas a pagar al presidente ecuatoriano dos millones de dólares por un libro sobre los supuestos contratos de su hermano con el Estado. También lleva las de ganar en una demanda por injurias contra el rotativo El Universo, que ahora está en manos de la Corte Nacional de Justicia, después de que dos tribunales inferiores ordenaran una indemnización de 40 millones de dólares, además de tres años de prisión para tres directivos y un excolumnista.
El mandatario de izquierda ve esos dictámenes como victorias contra una prensa a la que tilda rutinariamente de corrupta y mediocre, y acusa de emplear a sicarios de tinta y de manipular la información para servir sus intereses empresariales. No siempre empleó ese discurso. Durante su primera campaña electoral, en 2006, emergió como un candidato poco conocido, sin apenas pasado político, que con una correa negra en la mano fustigaba a los partidos tradicionales. Pero una vez instalado en el Palacio de Carondelet, la sede colonial de la Presidencia, la correa cayó sobre los medios de comunicación y unos meses después los calificó como bestias salvajes y llamó gordita horrorosa a una periodista.
Desde entonces prácticamente no hay discurso, tanto dentro como fuera del país, en el que no arremeta contra la prensa. Al mismo tiempo, ha montado una red pública de comunicación que según la oposición solo sirve de altavoz para sus mensajes. Cuando asumió el poder el único medio estatal de Ecuador era una cadena de radio, mientras que ahora cuenta con 19 medios, entre diarios, televisiones, radios y una agencia de noticias, según la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias. También ha tratado de poner freno a los excesos que él ve en la prensa privada con nuevas leyes. El lunes pasado entró en vigor una norma que prohíbe a los medios hacer reportajes que incidan en favor o en contra de un candidato o una tesis política durante la campaña electoral.
La oposición mantiene que esa vaga formulación abrirá la puerta a sanciones por coberturas puramente informativas sobre los aspirantes a la presidencia en los comicios de 2013, en tanto que Correa dice que la ley pretende impedir que los medios se conviertan en actores políticos». Además, la Legislatura tramita un proyecto de ley que crea un consejo para regular los contenidos violentos, sexuales y discriminatorios de la prensa, que Correa considera necesario para mejorar la calidad de los medios y la oposición una amenaza para la libertad de expresión.
La pugna con la prensa privada se polarizó a raíz de un motín policial por motivos salariales ocurrido el 30 de septiembre de 2010, una jornada en la que Correa estuvo retenido en un hospital, del que fue sacado en medio de un tiroteo. Unos meses después el columnista Emilio Palacio escribió que un futuro presidente podría enjuiciar a Correa por haber ordenado fuego a discreción contra el hospital, lo que motivó su querella contra El Universo. A los periodistas Juan Carlos Calderón y Christian Zurita los demandó porque afirmaron en un libro que él conocía los supuestos contratos de su hermano Fabricio con el Estado, algo que él niega. Los reporteros señalan que así se lo reveló el propio Fabricio. Pese a su enfrentamiento con la prensa, Correa sigue siendo un presidente con alta popularidad, según las encuestas, aunque éstas han demostrado importantes fallas en Ecuador en el pasado. Correa ha elevado la presencia de la mano pública en la economía, que creció el año pasado en torno a un 8%, con la ayuda de los abundantes recursos generados por la exportación de petróleo, cuyo precio se ha mantenido muy alto durante casi todo su mandato. Sus ataques a la prensa no han generado grandes protestas en las calles y, de hecho, las movilizaciones más concurridas en los últimos años han sido a favor de un Gobierno que ha conseguido bajar el desempleo al 5,1% y también reducir el subempleo, un logro que muchos pueden considerar más importante que los epítetos contra los medios. EFE