En su encomiable misión educadora, el profesor Juan Bosch decía que en política había cosas que se ven y cosas que no se ven, y que las cosas que no se ven suelen ser, en ocasiones, más importantes que las que se ven. Y es que solo a través de esa tesis se puede entender la donación de la candidatura a la senaduría del Distrito Nacional que haría el PRM, en función de una supuesta estrategia, al presidente de Alianza País, Guillermo Moreno.
No es que Moreno carezca de méritos personales y profesionales para ostentar la candidatura. De lo que se trata es que se ha sacrificado a una candidata que por sus condiciones personales, trayectoria política y aportes al desarrollo social y económico, como la actual senadora Faride Raful, se veía como una carta de triunfo en una plaza que además reconquistó para su partido. Lo que aportaría el presidente de Alianza País está por verse. Se trata en apariencia de una apuesta muy extraña, con el riesgo, incluso, de restar en lugar de sumar.
La estrategia se hubiera entendido del PRM no obrar con tanta generosidad al ceder plazas suyas y contando con candidatos que, como Faride, se ven como ganadores a grandes leguas. Además por más arreglos que se efectúen Guillermo no responderá, a menos que se integre al partido oficial, a otros intereses que no sean los de su organización. Los resultados hablarán, pero no deja de recordarse el fiasco en que incurrió el antiguo PRD en 2006 con la descolorida Alianza Rosada que suscribió con el PRSC.
Antes que ocurrírsele lo del senador de La Romana, Iván Silva, que renunció del PRM desde que intuyó que su plaza sería negociada, Faride se creció al aceptar la decisión al margen de lo que pudieran haberle ofrecido de ganarse, como parece, las elecciones de mayo próximo. Demostró que para ella la lealtad, integridad y demás principios están muy por encima de intereses y ambiciones particulares.
Aunque el PRM sea un partido fuerte, liderado por un gobernante como Luis Abinader, que tiene elevados niveles de aceptación, la contribución electoral de Guillermo Moreno es una incógnita. Con su nominación el PRM renunció a lo seguro para apostar a lo que está en el aire. Pero antes que hablarse de que se le hizo un buen regalo es preferible, para evitar malas interpretaciones, destacar las fuerzas invisibles que suelen incidir en las estrategias políticas o, como decía Bosch parafraseando al apóstol de la independencia de Cuba, José Martí, de las cosas que no se ven.
En la lógica no está la explicación del sacrificio de la candidatura a la reelección de Faride Raful para cederle la nominación al presidente de Alianza País, lo que incluso pudiera representar hasta un peligroso salta al vacío.