No es ninguna novedad que Haití es uno de los principales problemas que tiene hoy República Dominicana. Además de la numerosa presencia de haitianos documentados e indocumentados, la inestabilidad en la vecina República es una amenaza latente para esta parte de la isla.
Lejos de trillar el sendero de la unidad para superar la crisis que afecta a la nación, el liderazgo haitiano luce cada vez más dividido. Para figuras como el exprimer ministro Claude Joseph cualquier solución al problema haitiano comienza con la salida del poder del presidnte Ariel Henry.
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En vez de llamar al diálogo, Joseph ha exhortado al pueblo a movilizarse para deponer al actual gobernante. Los crímenes y secuestros protagonizados por pandillas de maleantes, que se dice cuentan con respaldo de sectores de poder, están a la orden del día.
Tal es la inseguridad y la descomposición en Haití que la comunidad internacional prefiere abordar la problemática desde lejos.
Con la confrontación entre las pandillas y grupos de poder no se sabe qué puede pasar en la empobrecida nación. Pero pase lo que pase República Dominicana no puede cargar con las consecuencias.