POR: Euclides Gutiérrez Félix
información@elnacional.com
Abril
Estamos en abril del año 2014, fecha en que se cumplen cuarenta y nueve años del levantamiento militar de abril de 1965, encabezado por oficiales jóvenes del Ejército Nacional que fueron protagonistas dirigiendo a nuestro pueblo, en el acontecimiento político, patriótico y militar más importante del siglo XX en la historia de la República; y fue también, incuestionablemente, uno de los episodios más importantes en la historia de América, particularmente de los pueblos hispanoamericanos.
Es necesario y conveniente tener presente en el registro de nuestra memoria, de este hecho excepcional que conmovió, sin lugar a dudas, al mundo entero, sobre todo porque no se podían imaginar en otras regiones que un pueblo pequeño, isleño, sin tener fronteras con nadie que lo auxiliara, como ha sido en la historia de otros pueblos del mundo, se enfrentara a los ejércitos de la nación más poderosa que ha existido en la historia de la humanidad.
Ahora, en estos momentos, es necesario y más que necesario obligatorio, recordar el esfuerzo que han hecho por más de cinco siglos los habitantes de esta isla, que el gran navegante, Cristóbal Colón, italiano al servicio de la monarquía encabezada por los reyes de España, bautizó allá por el año de 1492 con el nombre de La Española y que más de cien años después comenzó a ser llamada Santo Domingo, de donde se deriva el gentilicio que nos identifica como dominicanos.
Es el único de los pueblos de hispanoamérica que desde sus orígenes ha combatido con un esfuerzo dramático y conmovedor, en defensa de la libertad y más adelante para definir y consolidar los matices de su personalidad como nación. Y decimos que es necesario y obligatorio, porque ha quedado al descubierto la conspiración atrevida, irrespetuosa, realmente grosera, que se ha puesto en ejecución para hacer desaparecer a la nación dominicana unificándola con el conglomerado humano que es identificado con el nombre de Haití.
Hace más de veinticinco años que el autor de esta columna en el programa llamado Revista 110, que produce Julio Hazim, en aquel entonces transmitido a través de los canales de Radio Santo Domingo Televisión, acompañado de Consuelo Despradel y Machi Constant, comenzamos a denunciar las maniobras que se comenzaron a hacer, financiadas por Estados Unidos, Canadá y Francia, naciones en las cuales sus respectivos gobiernos estaban preocupados por la emigración haitiana que llegaba a sus costas, o que sutilmente se iba infiltrando en sus territorios provenientes de un conglomerado humano, dolorosamente lleno de enfermedades transmisibles con un escaso desarrollo cultural, por no decir con un desarrollo cultural nulo, cuya inmensa mayoría tiene como medio de comunicación dos dialectos que no se conocen en ninguna otra parte del mundo.
Abril, cuarenta y nueve años después, en el registro de nuestra memoria, nos traslada a aquel episodio que se inició el 24 de abril de 1965, a lo largo del cual nuestro pueblo le dio una lección a todos los pueblos del mundo, haciendo realidad con las armas en las manos de aquel verso hermoso de nuestro Himno Nacional: ¡Ningún pueblo ser libre merece, si es esclavo, indolente y servil!
 
 
 
                                      
             
             
             
             
             
  
                                 
                                 
                                 
                                 
                                