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CRÓNICA DEL PRESENTE

CRÓNICA DEL PRESENTE

Euclides Gutiérres Félix

¡Qué pena!

Hace muchos años, cuando el autor de esta columna era apenas un adolescente, tal vez con 15 años de edad o acabando de cumplir los 16, participamos en la Campaña de Alfabetización que ordenó el gobierno de Rafael Trujillo Molina en todo el territorio nacional.

Residíamos en Monte Cristy en las plantaciones bananeras de la División Berlanga, conocida como Grenada Company, propiedad de la United Fruit Company, en aquel entonces la compañía agrícola más poderosa del mundo, que implantó en nuestro país los programas, métodos y equipos de producción agrícola y de fumigación aérea, en base a una flotilla de helicópteros, piloteados por aviadores ingleses.

En esas funciones como maestro alfabetizamos, adultos, mujeres y hombres, adolescentes y niños y niñas. En realidad fue la primera ocasión en que tuvimos contacto directo con los dominicanos de la zona rural.

Walterio, Maguaca, Madre, Julián y Jaramillo, eran bateyes en los cuales se habían instalado escuelas primarias del primero al tercer curso y fue entonces cuando decidimos convertirnos en maestro, enamorado del magisterio como una profesión que nos daba una visión diferente del mundo que conocíamos entonces.

Cuantos conocimiento no solamente de la historia de nuestro pueblo sino de los otros pueblos de América y del mundo; y comenzamos a enviar crónicas deportivas al periódico ¨La Nación¨ que estaba ubicado en la ciudad capital y era propiedad del gobierno dictatorial que encabezaba Rafael Trujillo Molina.

Esa experiencia nos permitió sentir y tener una conciencia patriótica y de respeto por la historia del pueblo dominicano que lo habían organizado como un Estado Republicano ¨Los Trinitarios¨ encabezados por Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella.

Cuando vinimos en 1954, a la capital de la república para inscribirnos en la Universidad de Santo Domingo, fuimos incorporados como secretario, taquígrafo mecanógrafo, por Luis del Castillo Morales a la oficina de Rafael Augusto Sánchez Ravelo, ubicada en la calle Sánchez, número 47.

Esa oficina era para el autor de esta columna un aula universitaria para el conocimiento profundo, de la historia dominicana y de la dictadura de Trujillo. Muchos años han pasado desde aquel momento a hoy, por eso hemos creído siempre sin que sea una expresión de arrogancia o engreimiento, de conocer con tanta propiedad a este pueblo nuestro al cual hemos calificado de, ¨Pueblo pequeño, hermoso, productor, rico y valiente¨; y ¡Qué pena! nos da, ver y sentir como nos estamos disolviendo.

Todos estos acontecimientos y episodios de corrupción, entreguismo, tráfico de drogas, robo de las riquezas del Estado e impunidad, son manifestaciones visibles que se publican y se llevan a los medios de comunicación escritos, radiales y televisivos, mientras, convertidos en un desorden incontrolable e indetenible, vamos siguiendo la ruta, maldita, aborrecible e irrespetuosa, de convertirnos en un ¨conglomerado humano¨ como calificó Juan Bosch, a la mal llamada República de Haití, cuyos nativos no solamente se trasladan a territorio dominicano, sino que se trasladan masivamente a otras regiones de América comenzando por los Estados Unidos, que tiene la responsabilidad de mucho de los males que sufrimos los pueblos hispanoamericanos. ¡Qué pena! que permitamos que termine empequeñecido y disuelto este pueblo “legendario, veterano de la historia y David del Caribe”.

Por: Euclides Gutiérrez Félix

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