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Cuando la emisora HIJB transmitió en 1969 llegada del hombre a la Luna

Cuando la emisora HIJB transmitió en 1969 llegada del hombre  a la Luna

A principios del mes de julio de 1969, el doctor Germán Emilio Ornes, me dejó dicho que pase por su oficina. Eran los días finales de las ediciones del diario “El Caribe” en la calle El Conde, en la Ciudad Colonial. También era época de limitaciones en la intercomunicación y mis colaboraciones escritas al diario debían entregarse en el edificio del periódico.

Todavía no se popularizaba la transmisión facsimilar. Y, por supuesto, ¡ni soñar con las transmisiones de información escrita por Internet!.

¿Podría la emisora montar una transmisión local del proyectado viaje a la Luna? Me preguntó apenas nos saludamos.

Por supuesto, mi respuesta fue positiva. A seguidas me explicó:

-Conversé con funcionarios de Codetel. Ellos montarían la señal de recepción visual en el hotel Jaragua, nosotros tendremos que organizar la transmisión desde allí a los estudios y de éstos a los equipos en la carretera de Yamasá.

Nada de esto era problema. Cuando el doctor Ornes adquirió los transmisores de la emisora, compró modernos aparatos producidos por la RCA. La radiodifusora HIJB constituyó una novedad por aquellos años, sobre todo por sus transmisiones en la banda de la frecuencia modulada con sonido estereofónico.

HIJB poseía un sistema de transmisión por onda corta entre sus estudios de Arroyo Hondo y sus transmisores a quince kilómetros de Villa Mella, en la carretera hacia Yamasá.

Pero además, poseía dos equipos de onda corta para transmisiones a control remoto para la difusión de programas especiales. Estos equipos, además, estaban dotados de un sistema para comunicación colateral entre los operadores.

En estos equipos pensé cuando el doctor Ornes me preguntó sobre la capacidad de la emisora para servir el expectante compromiso de la llegada del ser humano a la Luna.

Además de los ajetreos con los técnicos de Codetel, los días siguientes supusieron la conformación de un equipo a cargo de aquella responsabilidad.

El equipo fue integrado por José Andrés Pena Manso, Pedro María Santana, Willy Rodríguez, Ramón Aníbal Ramos y Magaly Santana, como voces.

Los dos primeros, Pena Manso y Pedro María, tenían la ventaja de ser, además, conocedores de los sistemas de control remoto.

Codetel nombró, como mi contraparte, a Willy Fiallo.

La tarea más comprometedora la tuvo la empresa de comunicaciones. Desde sus instalaciones en Cambita, San Cristóbal, debían pasar las señales audiovisuales al improvisado estudio del hotel Jaragua.

Esta señal la recibía la empresa desde el centro de prensa de la NASA (Agencia Nacional Aeroespacial de Estados Unidos de América), en Houston, Texas. Por supuesto, no solamente estaciones radiodifusoras (o televisoras) de República Dominicana contrataron esta señal.

Se siguió el mismo procedimiento utilizado en las retransmisiones de la pelota de Grandes Ligas de Estados Unidos de Norteamérica. Las voces principales (Pena Manso y Pedro María), desde el improvisado estudio en el hotel, recibieron la señal sonora por medio de potentes audífonos y visual en la amplia pantalla.

Esta visión de cuanto estaba ocurriendo, les permitió improvisar desde los momentos previos al lanzamiento, desde Cabo Cañaveral (Cabo Kennedy) hasta la llegada de Neil Armstrong, Edwin Aldrin (Buzzi) y Mike Collins, al satélite natural de la Tierra.

En los estudios, Magaly, Ramón Anibal y Willy Rodríguez, relevaban a los protagonistas de la transmisión desde el hotel, previo aviso de estos por la banda de enlace, propia del sistema, para dar agilidad a lo que constituyó en esas horas, un verdadero evento radiofónico.

Estas últimas voces daban lectura a textos que el suscrito pidió a la Oficina de Información de la Embajada de Estados Unidos de Norteamérica (USIS). Estos materiales fueron suministrados por Franklyn Polanco, en la época, agregado de prensa de esa oficina.

En el momento de la elevación del Apolo XI, Magaly leyó el texto de la obra de Julio Verne, “De la Tierra a la Luna”, que alude al mismo momento del despegue, vivido en la realidad.

Consideré atinada esta lectura, pues recordé que en esta profética novela del autor francés, se escogía precisamente ese lugar de la península de la Florida, por tratarse del punto geográfico más apropiado para un lanzamiento como el ejecutado ese 16 de julio de 1969, aprovechando el perigeo lunar.

La gran pantalla utilizada por Pena Manso y Pedro María como apoyo a su captación de la memorable travesía espacial, se puso al servicio de un público invitado tanto por la empresa que bajaba la señal de un satélite, como del doctor Ornes.

Yo monté un sistema muy primitivo de monitoreo de la recepción en el país. Un grupo de amigos se comprometió conmigo en recorrer con sus vehículos calles de sus respectivos pueblos, con los radioreceptores encendidos para percibir el eco resultante de la respuesta de señales (feeb back).
Conforme me informaron días después, la atención fue mayoritaria.

El Nacional

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