POR: José Díaz
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Hasta siempre
Por vigésimo séptimo año consecutivo subí las lomas de los parques nacionales “Armando Bermúdez” y “José del Carmen Ramírez” como organizador de excursiones al pico Duarte los primeros trecea nombre de la Aclusado, los últimos catorce a cargo de la organización ambientalista “Fundación Camino Ecológico”. En cuatro de esos años volví a las lomas adoradas por Juan Bautista Pérez y Miguel Francisco Canela Lázaro quienes en varios viajes en la década de los 20s. del siglo pasado la delimitaron, midieron y reservaron aportando muchas veces su dinero. He planteado que ambos parques deben llevar sus nombres y no los de dueños de aserraderos.
Esos 31 viajes se convirtieron en mis reales vacaciones, me sirvieron para tomar las largas horas de camino para revisarme, reflexionar sobre lo que soy, revalorar sueños, planes y metas; sepultar frustraciones políticas, dirimir conmigo mismo los problemas familiares, purgar amores perdidos y reafirmarme que debo cuidarme primero a mí mismo sin nunca perder el norte de servir y amar a los demás.
Aproveché la misa que en el valle de “El Tetero” celebra el Itesa, emulando aquellas de los años 70s. del Padre “Chuco” del Loyola y en los 80s. las de Luis Rosario por la “Pastoral Juvenil” o el Padre Francisco Batista (Pancho) del Dosa, para despedirme como organizador de esas excursiones, y sin poder evitar las lágrimas decir: “Quiero aprovechar esta oportunidad para anunciar mi retiro como organizador de estos viajes, y asegurarles que citando a Martí: “Escalar montañas hermana hombres”, que estas lomas me ayudaron a ser mejor persona, construir amistades entrañables y que exhortaba a todos a luchar momento a momento por ser mejores y no perder la capacidad de amar y darse a los demás”.
Agradezco a todos los que me ayudaron a organizar los viajes desde Marino Méndez hasta Fernando Santana pasando por BlasinaFabian, Luciano (Freddy) Ramírez, Luis Pucheu, Oliver Rijo, Juan García e Ignacio José Jiménez -Nan-(mi más fiel compañero de esas lomas), entre otros; y a la familia Peralta Canela que nos sirvió como guía, comenzando por su tronco: Manuel Peralta, al que le siguieron, en estos 27 años, los hijos, yernos y nietos. Allá, en lo más alto del caribe, me hice una promesa que tiene que ver con el título de esta columna.

