Opinión

Deiá-Bahoruco

Deiá-Bahoruco

Nadie sabe dónde estuvo, a quién amó, quién se le interpuso, por qué no soporta la presencia de algunas personas y por qué frente a otras parece como si conocerles fuera un reencuentro, una simpatía inmediata, un amor que se renueva. Nadie lo sabe, a menos que haya explorado en las aguas de la espiritualidad y entienda sus tránsitos, en esta dimensión donde apenas somos un soplo en el tiempo, una absoluta insignificancia del Cosmos.

Por eso, una maravillosa extrañeza anuncia la gestación de un poema en Deiá, una municipalidad de las Islas Baleares, en Mallorca, comarca de la Sierra Tramuntana, con el Mediterráneo como frontera, pueblecito de fincas construidas sobre piedras de mares y teja árabe.

Fundada por los Moros, cuyo sistema de acueductos aún funciona, en la Iglesia San Juan Bautista se casaba una de mis sobrinas, boda de ensueño que aun nos parece un cuento de hadas. Para llegar a la iglesita habia que subir y subir las escalonadas calles, por entre huertos de naranjos, olivos, algarrobos, y cipreses.

Sencilla, lo que me impresionó de la iglesia fue su cementerio, justo detrás y con el vastísimo mar como marco. Las tumbas son austeras, con las viejas fotos de familia de las 850 personas que habitan el lugar. Por todas partes hay crisantemos, geranios, lirios y buganvilias y a un lado, apenas visible, el nombre escrito en la tierra, del poeta inglés Robert Graves.

Nadie mejor que él para describir el impacto de Mallorca: “Amo a Mallorca por la fruta de mi jardin, el olor de la madera de los olivos, el sol entre las rocas del Teix, el ruido de las ovejas por la noche”.

También la amaba por los atardeceres y su orgásmico reencuentro con el mar, y el monte Puig des Teix, pétreo vigía para una poblacion de pescadores, artistas, y artesanos.

Graves llegó a Deiá en 1946, cuando pudo aterrizaren Mallorca el primer avión civil y allí se quedó para siempre. Por su casa pasaron, y eso si me quitó el aliento: Gertrude Stein, quien le sugirió emigrar a Deiá, Anais Nin, mucho más tarde Alastair Read, y unos años antes el joven García Marquez.

Y si de Graves concuerdo con la filosofía: “Escribo poemas para poetas y sátiras para los ingeniosos. Para el público general escribo prosa”, lo que más me impactó fue saber que tradujo la novela Enriquillo, de Manuel de Jesus Galván, con el nombre The Cross and the Sword, en 1954!.

Cómo llegó Enriquillo de la Sierra del Bahoruco a la Sierra Tramontana? Que vena sensible tocó el cacique en el inglés corazon de un emigrante ajeno a nuestra épica?
Solo el mar sabe.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación