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Ver el debate televisivo de los candidatos presidenciales demócratas a la presidencia es todo un aprendizaje. Para algunos, como Hilary Clinton, era uno de un centenar o mas, práctica admirable que requiere poder sintetizar los programas que se enarbolan y debatir con los competidores los puntos mas álgidos.
Los debates también demandan de quienes los conducen un conocimiento absoluto de la historia politica y legislativa de cada uno de los candidatos y un arsenal de información sobre sus votaciones en temas tan espinosos como el control de las armas.
De los cinco participantes, la atención estaba centrada en Hilary y en Bernie Sanders, ex-senador del Estado de Vermont, de quien había escuchado hablar, pero a quien no conocia. Los otros tres eran el ex-gobernador de Maryland Martin O’Malley, el ex-Senador Jim Webb, veterano de las guerras de Viet Nam e Irak, y el ex-gobernardor de Rodhe Island, Lincoln Chafee, quien justificaba sus votaciones en el Senado en su inicial inexperiencia de modo no convincente.
Mientras observaba el debate, la antítesis de los debates republicanos, cargados de acusaciones personales, tirantez y casi odio,( un debate amistoso, relajado, fraternal, entre los cinco candidatos), pensaba en la gran diferencia entre el ejercicio de la política partidaria en los Estados Unidos y el nuestro.
En Santo Domingo, se rinde culto al silencio, vieja práctica balaguerista que el pueblo acepta porque no entiende que el presidente es su empleado y es el quien paga su salario, al igual que el de todos los ministros. Nadie se molesta en presentar públicamente su programa de gobierno y mucho menos debatirlo publicamente con sus contrincantes para que la gente pueda juzgar, no por su dicción, sino por el contenido, quien hace la mejor oferta.
No hay especialistas en la conducción de los debates públicos que estén armados con los datos para hacer las preguntas u observaciones pertinentes, aun las que cuestionan la verdad de sus aseveraciones, y hacerlo de manera franca y respetuosa.
No hay generosidad. A Hilary los republicanos están tratando de sacrificar con el tema del uso de los correos electrónicos privados para su campana y es su contrincante mayor, Ernie Sanders, y el unico que puede competir con ella, quien en vez de aprovechar esa andanada, la defiende ardorosamente y dice: dejemos de hablar de sus correos electronicos, lo que el país quiere escuchar son los temas que verdaderamente les preocupan, como el papel de Wall Steeet en el manejo y control de las campanas electorales.
De Bernie Sanders, ex- gobernador de Vermont, que no vacila en proclamarse socialista y precursor del Socialismo Democratico en un país donde la palabra Socialismo es satanizada, les contare en un próximo articulo.