Editorial

Desatino

Desatino

                             La representante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Valerie Julliand, ha propuesto una amnistía a inmigrantes indocumentados haitianos “que han vivido en el país desde hace muchos años”, al considerar que esa sería “casi la única manera” de regularizar su estatus migratorio.

Lo que propone  la veterana diplomática es  algo así como sofocar  fuego con gasolina, porque un indulto o perdón migratorio a la enorme masa haitiana que pernocta en territorio nacional será como abrir la frontera  de par en par, pues  las autoridades carecen de mecanismos efectivos para  determinar  si un extranjero  vive aquí “por muchos años”.

Congreso y Gobierno de Estados Unidos, nación de inmigrantes, que dispone de todos los controles migratorios y organización social para  detectar  indocumentados, no se atreven a repetir la experiencia de una amnistía, pese a que  ese país requiere  la mano de obra  de más de 12 millones de mexicanos ilegales.

 Decir que  la amnistía es la “única manera” de regularizar el estatus de centenares de miles de  indocumentados es  como apostar al  caos migratorio y lacerar severamente  el inviolable principio de soberanía nacional, porque la incongruente aplicación de un perdón migratorio se extendería por muchos años, periodo durante el cual literalmente se borraría el trazo  fronterizo.

Se resalta que la  señora Jullian externó tales juicios de manera verbal en respuesta a preguntas de periodistas al término de una ceremonia de presentación de un nuevo sistema de comunicaciones  y archivos que  empleará la Dirección General de Migración, por lo que lo deseable sería que a tales juicios se los lleve el viento.

Naciones Unidas y las grandes metrópolis deberían entender de una vez y por todas, que por razones históricas atribuidas a propias potencias mundiales, la isla Hispaniola está ocupada por dos naciones libres e independientes, una de las cuales –Haití- requiere de un urgente y especial auxilio económico, tecnológico y  organizacional para poder rebasar su  drama social.

A República Dominicana le asiste pleno derecho de aplicar controles migratorios conforme a  sus postulados constitucionales y  en arreglo con la ley, por lo que resulta  pertinente reiterar al PNUD y a la comunidad internacional que ninguna iniciativa o proyecto relacionado con la situación haitiana debe incluir forma expresa o velada de integración política o territorial.

Gobierno y pueblo dominicanos tienen  el compromiso de  solidaridad con sus pares haitianos, así como de promover  una política de buena vecindad,  sin que ningún ente foráneo pretenda ni por asomo imponer  fórmulas que castren legítimas prerrogativas internas o  que lesionen la irrenunciable condición de  nación  soberana e independiente.                 

El Nacional

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