Editorial

Desolador

Desolador

Las intensas lluvias causadas por el huracán Sandy han provocado daños de igual o mayor consideración al caso de que  ese ciclón hubiese tocado  territorio nacional, al quedar  aisladas 145 comunidades, más de 25 mi desplazados, cuatro mil 600 viviendas dañadas o destruidas y pérdidas cuantiosas  a la agricultura.

Los aguaceros, asociados en ocasiones a fuertes ráfagas de viento, afectaron los servicios de  electricidad y agua potable, en tanto que las crecidas e inundaciones inhabilitaron puentes y  deterioraron estructuras escolares con pérdidas superiores a los 500 millones de pesos.

Ha hecho bien el presidente Danilo Medina al  declarar por decreto  un estado de emergencia y liberar de procedimiento las compras y contrataciones a los fines de ofrecer respuesta rápida  al cuadro de calamidad causado por  el mal tiempo.

Además de las 26 mil personas compelidas a abandonar sus hogares destruidos o dañados por los desbordamientos y crecidas de ríos y cañadas o deslizamientos de tierra, se cuentan por miles las familias que han  sufrido algún tipo de trastorno a causa  de los aguaceros, especialmente las asentadas en la región Sur, la más impactada por los efectos del huracán.

A pocos meses del paso por el territorio nacional de la  tormenta Isaac, con sus estragos de destrucción, autoridades  y población afrontan otra situación de desastre que requiere de mayores esfuerzos y liberalización de recursos para  subsanarlos.

El dramático cuadro de La Barquita, el  asentamiento humano levantado a orilla del río Ozama, donde centenares de casuchas quedaron bajo agua,  se erige como el ejemplo mayor de un gran escenario de marginalidad y riesgo que el Gobierno tendrá que  afrontar  cuanto antes.

Sin  tiempo para pasar balance  a los daños causados por el paso   distante a la región Suroeste del huracán Sandy,  hay que estar preparado siempre  ante la eventualidad de otra  visita indeseada de algún huracán, ciclón o tormenta, porque nunca debe olvidarse que el territorio dominicano está ubicado en el mismo trayecto de estos fenómenos meteorológicos.

A las autoridades les corresponde afrontar con  diligencia, eficiencia y gran dosis de sensibilidad la situación de indefensión  en la que hoy han quedado miles de familias, cuyos hogares y predios han sido  destruidos por  crecidas e inundaciones provocadas por los intensos aguaceros.

El Nacional

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