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POR: Antonio Almonte
aalmonte@hotmail.com

 

 

Electricidad e improvisaciones

 

 

Durante las décadas de los setenta se consideraba que el problema del sector eléctrico dominicano era asunto de capacidad gerencial e integridad moral de quien fuera el Administrador de la CDE.Durante largos años, entre 1966 y 1978, a Balaguer le pareció que Julio Sauri, honesto y de bajo perfil, era, entre otros como Casals Victoria, el hombre adecuado.

En los ochenta, Ramón Pérez Martínez, el BID, el Banco Mundial y una activa camada de economistas, periodistas y empresarios neoliberales «descubrieron» que el problema era la propiedad de las plantas y redes eléctricas, su carácter público, estatal y politizado.Para ellos, una muestra relevante era la desmesura del sindicato de los trabajadores, SITRACODE. Pérez Martínez, diestro en esos menesteres, se encargo de oficiar la misa de sepultura del sindicato.

Pero, como la fiebre no estaba en la sabana, la crisis de la CDE continuo y a fines de los ochenta, sin SITRACODE y bajo la influencia del BID y el Banco Mundial, el servicio cayó a sus peores niveles históricos. Sin embargo, la explicación de las causas de ese fracaso fue manipulada y se aprovecho para vender la panacea de la privatización.Finalmente, la CDE fue vendida por el PLD y Leonel Fernández en 1999 y lo sucedido y sufrido hasta hoy es mejor no contarlo.

Leonel y el PLD nunca entendieron que la CDE no era el CEA, ni la Cementos Colon, ni Molinos Dominicanos. Aquellas eran industrias ordinarias, no eran un sistema de servicios público domiciliario, casi monopólico y basado en redes articuladas de manera tecnológicamente compleja, como el eléctrico.

Aquella «capitalización» fue en verdad una costosísima improvisación. El debate correcto nunca se hizo. Se discutió de todo, pero nunca sobre cómo funciona y se regula en la realidad un mercado eléctrico.Ahora, en el 2014, se cree que el problema se resolverá con dos plantas a carbón. Pero, el enorme subsidio del sector y sus extendidos y frecuentes apagones son la suma de cuatro graves déficits: de generación, distribución, transmisión y regulación, y ninguno es una isla.

El Nacional

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