La Dirección General de Impuestos Internos (DGII) arriba al 15 aniversario de su creación mediante una ley que dispuso la unificación de las direcciones de Impuestos sobre las Rentas Internas en una única institución que ejerce con eficiencia y elevado sentido ético la administración y cobro de los principales impuestos y tasas.
El sostenido crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) ha sido posible en gran manera por la eficacia y transparencia en la administración tributaria, factores que han incidido en la reducción de la evasión fiscal y, por consiguiente, en el incremento de las recaudaciones, aunque quizás la calidad del gasto no haya marchado a la par con la sanidad en el cobro de los tributos.
La verdad es que mucho antes de que un estatuto de ley restituyera la fusión de Impuestos sobre la Renta y Rentas Internas, ya el área tributaria disponía de una valiosa cantera de técnicos, cuyas capacidades no lograban vencer el valladar que representaba el caos institucional en materia de recaudación de impuestos.
No pocas veces, el poder político o intereses corporativos se erigieron por encima de débiles leyes relacionadas con la administración del arancel y el cobro de impuestos sobre ingresos y utilidades, lo que motivó que empresas jurídicas y personas físicas batallaran por su sobrevivencia en una especie de coliseo romano que promovía privilegio, discrimen y evasión.
De justicia es decir que los servicios de administración tributaria se caracterizan por su altísima competencia, modernidad y sanidad en la aplicación de impuestos, tasas y aranceles, lo que permite a los contribuyentes interactuar libremente con los diferentes departamentos o colecturías de la DGII.
En apenas 15 años, la administración tributaria ha logrado avanzar en términos de eficiencia, calidad y transparencia, mucho más que en los 62 años anteriores desde la fundación en 1935 del departamento de Rentas Interna, primera institución con formalidades como ente recaudador del Estado.
Aunque falta todavía un gran trecho por recorrer hasta alcanzar la plenitud institucional en términos de cobro y recaudación tributaria, es menester reconocer que es mucho lo que se ha avanzado en ese terreno donde confluyen tantos intereses.
En tan significativa efeméride, El Nacional extiende cordiales felicitaciones a todo el personal de la Dirección General de Impuestos Internos, en especial a su director, licenciado Juan Hernández, cuya gestión al frente de esa importante institucional ha sido coronada por el éxito.

