La República se vistió de gloria ayer con la medalla de oro conquistada por Félix Sánchez y la de plata alcanzada por Luguelín Santos en los Juegos Olímpicos de Londres, en una jornada espectacular durante la cual los dominicanos se confundieron en un manantial de emociones y fervor patriótico como quizás nunca antes experimentaron generaciones presentes.
El Súper Sánchez triunfó en la carrera de los 400 metros con vallas para convertirse en el primer dominicano en obtener dos oros olímpicos, mientras Luguelín, con su medalla en los 400 metros lisos, se erige como el atleta más joven en alcanzar una presea olímpica. Apenas tiene 18 años.
La inmensa teleaudiencia que tuvo el privilegio de disfrutar de ambas competiciones aplaudió hasta el delirio cuando Félix Sánchez arribó a la meta en primer lugar, con tiempo de 47.63 y repitió la explosión de emoción, cuando el novel atleta de Bayaguana se convirtió en el segundo velocista más rápido del mundo en esa modalidad al cronometrar tiempo 44.46 segundos.
Al arribar a la meta, Sánchez extrajo de su suéter una fotografía de su abuela Liliana, fallecida en 2008, a quien le cumplió su promesa de ganar una medalla en los Juegos de Londres, en una historia tierna y conmovedora, que eleva aún más la extraordinaria hazaña de este dominicano ejemplar que a los 35 años obtuvo galardón de oro en tan exigente competición.
El momento más culminante de ese día de gloria lo constituyó el instante cuando se enhestó la Bandera Nacional y se escucharon las notas del Himno Nacional y Félix Sánchez irrumpió en inconsolable llanto, expresión de incontenible emoción que contagió a sus compatriotas aquí y en todas partes y que arrancó aplausos de la concurrencia en el estadio londinense, estimada en 80 mil personas.
No menos dominicanista fue el gesto de Luguelín Santos, quien dijo que su excepcional desempeño en la pista estuvo motivado por la proeza alcanzada previamente por Sánchez, por lo que ambos han ofrecido en menos de un minuto de carrera cada uno, un caudal de gloria y orgullo que será recordado por muchos siglos.
Félix Sánchez y Luguelín Santos han asestado un golpe demoledor al añejo pesimismo que desde la proclamación de la Independencia se inyecta al gentilicio dominicano y, en cambio, esas preseas de oro y plata, por la valentía, perseverancia y sacrifico que costó conquistarlas, elevan al infinito la autoestima nacional.
Hay, pues, razones de sobra para que buenos y verdaderos dominicanos celebren las medallas del Súper Sánchez y de Luguelin y trémulos de emoción repitan los versos del bardo petromacorisano Gastón Fernando Deligne: ¡Qué bella en el tope estás/ dominicana bandera/, quién te viera, quién te viera/ más arriba mucho más!

