Opinión

Diagnóstico

Diagnóstico

Las inundaciones se han convertido en el mejor instrumento para evaluar la realidad social dominicana. Desde que caen dos o tres gotas de lluvia aflora en barrios y comunidades, como acaba de ocurrir en Puerto Plata, la verdadera realidad en que viven miles de familias que tienen que abandonar sus hogares o que sufren las pérdidas de sus ajuares.

Sin que haya de otra ante la urgencia el Gobierno tiene que salir con convoyes de alimentos, entre otras acciones, en auxilio de esas familias que quedan a la intemperie o incomunicadas por las destrucciones de puentes y caminos que provocan torrenciales aguaceros como los que estos días han azotado a la región norte.

Pero los casos son para que se tome nota de las necesidades de esas comunidades, muchas de las cuales han demandado durante años obras que eviten precisamente los trágicos efectos de las inundaciones. No puede esperarse que la desgracia clave sus garras para después salir en auxilio de las víctimas, si el problema se puede prevenir.

Realidades como la de estos días son para que se prioricen las inversiones públicas. De esa manera las autoridades no tendrían que salir corriendo a verificar daños y socorrer a las víctimas. Pero tampoco tantas familias tendrían que ser desplazadas ante la amenaza de dos o tres gotas de agua causadas por algún fenómeno atmosférico.

En Puerto Plata, más que comida y asistencia, muchas personas reclamaron al presidente Danilo Medina cuando se presentó a verificar los efectos de las inundaciones, que disponga la construcción de obras que se necesitan y que por años han reclamado. Frente al drama de familias desplazadas, viviendas y vías destruidas, así como daños al sector agropecuario, el mandatario tendrá que poner en agenda la petición de los afectados para prevenir que las crecidas de ríos y cañadas refloten los mismos problemas.

La Presidencia de la República, Ministerio de Obras Públicas, Cruz Roja, Comedores Económicos y todas las instancias oficiales desplegaron un rápido operativo de asistencia a los damnificados en Altamira, Guananico, Luperón, Imbert, Villa Isabela, Sosúa, Los Hidalgos y otras. La prontitud con que se movilizaron es justo reconocerla. Pero la realidad indica que los reclamos de la construcción de obras en las comunidades afectadas por las inundaciones merecen atención.
La prevención es la mejor respuesta. O una de las mejores.

El Nacional

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