Editorial

Dinamismo

Dinamismo

El Gobierno anunció su intención de dinamizar la economía con la inyección de más de nueve mil millones de pesos en obras diversas que ayudarían a generar empleos y aumentar el circulante, aunque ese nivel de inversión no  llega a los 15 mil millones del superávit alcanzado durante el primer trimestre de 2013 por vía de una drástica reducción del  gasto público.

Los ministerios de Obras Públicas y de Salud recibirán las mayores partidas, unos  cinco mil 300 millones, para mejoras de calles, construcción y reconstrucción de viviendas populares y  edificación de  cincuenta  centros de atención primaria, lo que unido a los dos mil millones  de pesos asignados para  fortalecer las carteras crediticias del Banco Agrícola y del programa Pyme, ayudaría a incrementar empleos.

Se admite que la rápida colocación de esos recursos en el torrente financiero ayudaría a dinamizar una economía  a la que se le ha colocado freno de emergencia  por vía de un excesivo control del déficit fiscal, pero es menester  advertir que  el carro del desarrollo no podría marchar adecuadamente  con intermitentes paradas o aceleración.

Se requiere que el Gobierno unifique criterio en torno al nivel de déficit fiscal que  garantizaría que la economía se mantenga  sobre rieles del desarrollo, sin la constante angustia de que un vuelco al desenfreno del  gasto público o excesivo control del gasto coloque los indicadores económicos en bandolera o  paralice las actividades productivas.

En principio se dijo que  la meta sería  reducir el déficit fiscal  de un 6.9% a un 2.9 del Producto Interno Bruto (PIB), pero en  el tramo  correspondiente  al  primer trimestre de  2013, el  control del gasto se restringió más de la cuenta, del 0,9% al 0,1% del PIB, lo que obviamente  significó un frenazo de la economía.

Para poder mantener el justo equilibrio entre control del déficit  fiscal y óptima inversión pública se requiere también que  Gobierno y Congreso unifiquen  por vía de ley la política que  debería aplicarse para garantizar mayor y mejor inversión de los fondos de pensiones, hoy represados para exclusivo beneficio del sector  financiero, sin que pueda operar como dinamo  de la economía.

Conviene recordar que  la mayor parte del déficit  fiscal proyectado para 2013 la generan las obligadas transferencias  presupuestales, como son las partidas para cubrir los déficits del sector eléctrico (RD$52,416 millones); cuasi fiscal del Banco Central, (RD$24,99 millones) y para servicio de la deuda pública, (90 mil millones), además de RD$32 mil millones  para los ayuntamientos y RD$50 mil millones para cubrir el 4% a la educación.

La enfermedad del  desajuste fiscal no  es causada básicamente por un excesivo gasto público o severa restricción en la inversión, sino por  una baja presión tributaria (15% del PIB), excesivo gasto tributario (120 mil millones de pesos) y   las abultadas transferencias presupuestales para  cubrir déficit y  absurdas leyes  que atan la  redistribución del ingreso. Aun así, esos nueve mil millones ayudan al granero.

El Nacional

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