Opinión

Discriminación y religión

Discriminación y religión

POR:  Orlando Gómez Torres

orlando.gomez@gmail.com

 

Este año el mundo ha visto surgir una contracorriente frente a la aceptación y reconocimiento de los derechos de los homosexuales (o LGBT) en polos diametralmente opuestos del Planeta, unidos por la misma fuente, la religión. Una ley que castiga la homosexualidad con la cadena perpetua en Uganda, y una ley aún pendiente de aprobación en el Estado de Arizona, Estados Unidos, que permite a dueños de negocios rehusar dar un servicio a alguna persona por “razones religiosas”, se erigen en claro contraste de la tendencia global a otorgar igualdad de derechos y oportunidades a los homosexuales, esto basado únicamente en causas religiosas. Estos horrendos ejemplos deben ser el espejo en cual no deberíamos desearnos ver.

El caso de Uganda resultó especialmente llamativo porque no solo incluía la pena de muerte por “homosexualidad agravada” en su versión original, sino que en su versión definitiva incluye la solicitud de extradición de ugandeses que “practiquen la homosexualidad” fuera de su país y la criminalización de individuos, empresas o asociaciones que conozcan o ayuden a homosexuales. La ley, primordialmente impulsada por grupos evangélicos dentro de Uganda, es una aberración a la esencia misma de lo que consiste ser humanos y carece de sentido en un mundo donde cada vez quedan más obsoletos los “delitos de moral”.

La ley de alcance estatal emitida por el legislativo de Arizona supuestamente buscar proteger “el derecho a manifestar las convicciones religiosas” de las personas, permitiendo la discriminación siempre y cuando esta sea amparada por una “creencia religiosa”. Aunque, de ser aprobada, es probable que esta no sobreviva una revisión judicial en un país donde cada vez más Estados no solo han aceptado a la comunidad LGBT sino que viene reconociendo su derecho al matrimonio, este shock religioso no deja de ser llamativo.

Aunque sin efectos legales relevantes, ya en República Dominicana, el embajador que lamentablemente nos representa por ante el Vaticano justificó el trato discriminatorio de homosexuales por razones religiosas en su patética carta al Papa, y como muy bien recordó, nuestro país tiene la deshonra de ser de los pocos países que impuso un bloqueo al matrimonio homosexual en su propia Constitución, esto amparado en la supuesta raíz cristiana del pueblo dominicano.

En la justificación religiosa para esta abierta discriminación y desprecio hacia otros seres humanos no han bastado las declaraciones más abiertas del Papa Francisco I, ni la misma evolución social de la Iglesia que ha debido adaptarse al cambio de la civilización humana a ser más incluyente para evitar caer en el ostracismo y la irrelevancia.

Si bien con el pasar del tiempo muchos cristianos han sido capaces de desestimar o abiertamente ignorar los pasajes bíblicos que justificaban la esclavitud, la discriminación de las mujeres, castigos extremos por conductas que hoy se entienden poco relevantes, la persecución de los infieles, entre otras cosas atroces de la que está plagada la “Palabra de Dios”, resulta impresionante que estos hagan de su cruzada contra los derechos de los homosexuales su último gran bastión para resistirse a finalmente aprender a “amar al prójimo”.

El Nacional

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