Opinión

Diversidad inaceptable

Diversidad inaceptable

Hay que prestar debida atención a todo este entramado de la ideología de género, pues detrás de este proyecto transnacional está un nombre sonoro por la fortuna que tiene y por las iniciativas que impulsa. Se trata de Georges Soros, un hombre de origen judío, nacionalizado estadounidense. Soros es activista e impulsador de la ideología de género, la sostiene y lidera, así como también promueve la agenda de la comunidad (LGTB) de lesbiana, bisexuales, gais, trasngénero y otros, pero él va más allá de esa agenda.
Los GLTB son grupos de presión que vienen imponiéndose a través de organismos internacionales que los impulsan mediante un intenso y agresivo cabildeo, con el han logrado permear altas esferas sociales, culturales, deportivas, de salud, y a ministerios de educación, entre otros. A estos se les hace fácil presionar a los gobiernos e instituciones débiles y de probado servilismo y corrupción y que por añadidura, han firmado los acuerdos y pactos internacionales.
George Soros es el mayor abanderado y promotor de la idea de anulación de las fronteras y de las identidades culturales nacionales. Ese orden internacional es generador del caos a gran escala. Esta es la misma gente que postula por la aldea global, la anulación de las fronteras y la asimilación de la migración en masa, obviando los daños y desbalance que causen a países receptores. En su visión priman, a ultranza, los derechos de migrantes, y de las minorías. De paso, es la misma gente que pretende sepultar a la República Dominicana fusionándola con Haití.
República Dominicana debe rechazar la ideología de género por lo que se ve en el horizonte, y lo que con mucha facilidad puede llegar a ver, si el ministro de Educación insiste en comprometerse con esa agenda que le hará daños incalculables al país y no solo en materia de identidad sexual. Esta ideología pretende hacer asimilable el asunto de las identidades de género expresada en una diversidad inaceptable pues es una distorsión más compleja, un imperio de confusiones .
Es bien sabido que el cuerpo humano físico, espiritual y emocional tiene sus complejidades estructurales, pero si en verdad una mujer (que es parte de lo que se alega) siente que vive en el cuerpo de un hombre, o que un hombre se sienta vivir en el cuerpo de una mujer, esta vivencia suya debe ser atendida sin prejuicio, con seriedad y rigor profesional, pero generalizar situaciones excepcionales para que sean tenidas como algo natural, no es razonable, ni moderno, ni democrático, es una imposición arbitraria, una dictadura de minoría que hay que rechazar.

El Nacional

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