Editorial

EDITORIAL

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Una República  agradecida debió ayer rendir mayores tributos de recordación  a  Matías Ramón Mella, miembro meritísimo de la tríada de Padres de la Patria, al celebrarse ayer   el 196 aniversario de su nacimiento, porque  este  patricio representa el símbolo de determinación y firmeza de un pueblo por  agenciarse su propio gentilicio.

La historia resalta el trabucazo que  disparó Mella  ante la Puerta de la Misericordia el 27 de febrero de 1844, para proclamar la naciente República, pero también para despejar vacilaciones de quienes  todavía dudaban de la empresa separatista,  a la que el prócer se había adherido seis años antes al participar junto a Duarte en la  fundación de la Trinitaria.

Con rango de general  del Ejército, Mella  fue protagonista de  los sucesos bélicos que ayudaron a consolidar la Independencia Nacional y aunque  falleció un año después de proclamada la Restauración, fue también arquetipo de la sublevación contra la decisión de Pedro Santana de anexar la República al imperio español.

Matías Ramón Mella murió en la pobreza extrema y a pesar de ello, en lecho de muerte solo pidió como recompensa por sus servicios a la patria, que al morir, su cuerpo  fuera  cubierto por la Bandera Nacional. He ahí un ejemplo de valor, decoro, dignidad, patriotismo y sacrifico que la juventud dominicana debería emular.

Expectativas

No  son  muchas las expectativas que la población almacena  en torno  al discurso  de rendición de cuentas que mañana presentará el presidente Leonel Fernández ante la Asamblea Nacional, porque se trata  de su última rendición de cuentas y no habrá  mucho espacio para nuevas promesas.

Más que referirse al desempeño del Gobierno durante  el 2011, seguramente el Presidente aprovechará la tribuna para  pasar revista a sus  últimos ocho años de mandato y procurar que en el ánimo de la gente sean mayores  los vítores  que la desilusión.

El Presidente deberá reiterar ante  el primer Poder del Estado  su compromiso último de  ayudar a consolidar el espacio democrático en la solemne promesa de que  desde el Poder Ejecutivo no patrocinará ni permitirá ninguna tratativa que  trastorne  el proceso electoral ni la voluntad de los electores de sufragar libremente.

En su presentación de mañana, el presidente  Fernández dirá mucho o poco sobre  la diversidad de temas, problemas o  anhelos que ocupan la atención de la ciudadanía y quizás su discurso cumpla con las  expectativas de la población, pero debe saber de antemano que de la evaluación de su gestión al frente de los destinos de la nación ya  ha sido apoderado el tribunal de la historia.

El Nacional

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