¿Qué Pasa?

El amor por internet puede salir muy bien o ¡muy mal!

El amor por internet puede salir muy bien o ¡muy mal!

Lewis Cabral y Yerleene Rodríguez, felices el día de su boda en septiembre del pasado año.

Santo Domingo.- Lewis Cabral y Yerleene Rodríguez se conocieron por la famosa aplicación de citas Tinder. En su caso el universo los benefició y la casualidad se hizo cargo, pues luego de hacer un Match (elegirse mutuamente en sus perfiles) descubrieron que ambos vivían en Santiago de los Caballeros, apenas a un kilómetro y medio de distancia.

Se conocieron asumiendo los riesgos que esto implica, sin sospechar que se enamorarían a primera vista y un año y 7 meses después, se casarían convencidos de que habían encontrado el amor de sus vidas.

Lewis tiene 24 años, Yerleene 23 y cuentan que luego de darse el match, iniciaron una conversación, decidieron salir y poco a poco todo surgió, hasta que se casaron en septiembre del pasado año.

Sobre qué les dio la valentía y seguridad para conocerse en medio de las trampas que pueden surgir en este tipo de aplicaciones, él expresa que le animó su personalidad en las conversaciones y cuando decidieron verse la intención era solo conocerse. Ella confiesa que aunque le dio un poco de miedo, porque nunca se sabe quién está detrás de la pantalla, la manera en que le hablaba le hizo sentir segura y algo en su mente y corazón lo confirmaba.

Ambos entraron a Tinder en busca de amigos y a la pregunta de si recomendarían a otras personas hacer lo mismo, dicen que  sí… pero también no porque ellos corrieron con suerte, eso le puede pasar a otros y simplemente se debe tener precaución.

“En nuestro caso corrimos con la suerte de encontrarnos, pero puede ser que detrás del teclado haya alguien que no sea quien dice ser. Realmente ambos tomamos un riesgo al decidir encontrarnos”, dice Lewis, mientras que   Yarleene completa que  “digo que sí, pero también no. Porque como me sucedió a mí, de conocer el amor de tu vida, también estoy consciente de que muchas veces no sucede así, que pasan cosas horribles”.   Afirman que lo que les motivó a casarse rápido fue la distancia entre ellos pues sentían una fuerte conexión, además de que se sintieron seguros de su relación desde el primer día.

 “Supimos que teníamos muchas en común, y también nuestras personalidades son muy similares, vi que tenía un buen corazón, él se sintió igual sobre mí, y decidimos casarnos y más porque estoy lejos de él y ya queremos estar juntos.  Nos vemos formando una familia con niños y niñas, y nos vemos juntos hasta que seamos viejos”, concluye Yarleene.

EL DATO

Bien o  mal

En las citas realizadas en las aplicaciones como Tinder y muchas otras, el riesgo es que todo puede salir muy bien o muy mal, según explica la terapeuta de familia y pareja Mabel Mejía. “Por las redes sociales cada quien muestra lo que quiere mostrar, pero al otro se le hace difícil comprobar si la información es real o no.

Mientras que en el ámbito personal esto se puede dar, pero es más fácil constatarlo”, agrega la psicóloga. Detalla que en lo virtual al conocer a alguien no se tiene a nadie en común y se debe tener en cuenta que en estas plataformas, hay personas que como no han encontrado parejas con las herramientas habituales de socialización, no han podido construir ese vínculo; muchas veces en vez de iniciar un proceso responsable consigo mismos y revisar que está pasando, se van con una vía más fácil.

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Buscar parejas por esta vía supone que puede salir bien porque se lo que ando buscando y puedo encontrar algo así, pero también pueden encontrarse dos personas que no saben lo que están buscando. Otro caso es el de alguien que busca algo serio, mientras que el otro no, o dos personas que no anden buscando ninguna de las dos cosas.

“Las pautas para que una relación de pareja sea exitosa no las marca un contexto en el que yo decido buscar pareja. La marcan dos personas con nivel de madurez emocional que deciden buscar pareja. Tinder está muy de moda, pero no es el problema. El problema son las personas que están ahí”, concluye Mejía.