(3 de 4)
Este ejercicio -el de la narración corta- que relaciona a Juan Bosch con los jóvenes escritores de los 60 (a partir del primer concurso auspiciado por La Máscara), dispara este género literario hacia un sitial cumbre en la producción narratológica del país; una praxis sólo comparable en el ámbito cultural con la poesía y la pintura.
Entonces, ¿qué ha ocasionado la demora del abordaje de nuestros escritores a la novela? Podría pensarse en una pereza conceptual, o, ¿por qué no?, en una falta de noción sociológica; pero también tiene que ver el desconocimiento del estatuto de lo histórico como fuente primordial en la construcción de la novela.
Una de las claras esperanzas nacionales para el abordaje de la novela en el decenio de los ochenta, fue Pedro Peix (1950-2015), quien publicó en 1981 El Brigadier, un texto sobre Trujillo que no alcanza las catorce mil palabras (mucho menos de cincuenta cuartillas), pero que se apoya en una estructura vinculada a la problemática discursiva de la novela, a ese ilimitado discontinuo de la teoría de Lukács.
Es decir, que aunque casi siempre la extensión factoriza lo genérico, al final de cuentas es la estructura de los fluidos y ritmos narrativos lo que marca la definición genérica del texto. En un trabajo anterior había explicado la diferencia entre novela y relato, apoyándome en Julia Kristeva («El lenguaje, ese desconocido. Introducción a la lingüística», 1969):
«El relato debe responder a dos condiciones: a) dimensiones reducidas; y b) acento puesto en la conclusión». Además, la Kristeva señala que «el autor no podrá tomar la palabra para dar testimonio de un ‘acontecimiento’ para confesar sus ‘sentimientos […] atribuyéndose la propiedad de un discurso que el autor había parecido ceder a otro (el personaje)».
Es decir, que a lo significante-narrativo del relato hay que añadirle lo significante-discursivo.
O sea, la recurrencia a una concepción dual: lo meramente denotativo del relato imbricado a lo meramente connotativo, que actúa a nivel discursivo y abstrae la condición básica del lenguaje, utilizado por el relato para estructurar una finalidad nueva.
Aunque Peix aborda el discurso connotativo (sugerido) para organizar el espacio histórico, superpone dos historias que no llevan a ninguna parte, ya que por un lado -y a través de un extenso plurisintagma que trabaja en hipérbole sobre hipérbole- recurre al recurso retórico de las elipsis abruptas para arribar a una descripción de la función fática, social, de la vida de Emmanuel Hermidas Utrillo Colina, una clara alusión al nombre de Rafael Leónidas Trujillo Molina.
En otra secuencia -también plurisintagmática-, Peix describe las andanzas de un tal Lobo de Seis Patas y un solo colmillo, de apellido Holofernes (un personaje bíblico que fue general de Nabucodonosor y muerto por Judit mientras dormía), así como la feroz persecución de que fue víctima por parte del sargento Belisario Bravo Vicioso, nombre este que recuerda -por momentos- el de un famoso jefe policial que brilló por largos años en el país tras la muerte de Trujillo: Belisario Peguero.