Por: Pablo Mckinney
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Morir de éxitos en una democracia en peligro
Más que aburrida, nuestra política es preocupante. Y lo que quiero decir lo resumo en esta frase: No puede llamarse DEMOCRACIA durante mucho tiempo, un sistema político donde sólo una institución política parece un partido. Bosch era un genio. Y algo captaron sus muchachos de entonces, hoy tan OTAN y tan terribles. Tal que cuando al viejo le dio por crear un partido de cuadros con principios éticos y morales en donde era mal visto y reprochado con vehemencia la existencia de una novia extra o tres tragos de más y un flete, quizás en el bar del hotel El Comodoro, (hagan memoria y sonrían) pues mire usted que lo logró, y de qué manera.
Parecían Testigos de Jehová. De esos años, recuerdo en Baní a Andrés, el zapatero, padre de Francis, mi amigo de generación y gran lanzador de piedras contra Pazón y sus secuaces de la Policía. Cada martes, Andrés visitaba a mi madre con su Vanguardia del Pueblo en la mano. Al viejo lo saludaba, pero hasta ahí, pues el profesor McKinney siempre ha sido perredeísta.
Tal que llegado al poder a través de un “frente patriótico” con el Dr. Balaguer, el PLD, dando lectura al mandato electoral de los tiempos, decidió masificarse. Y es que la caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS, había transformado la forma y manera de hacer y ejercer la política en democracia. Y así, en pocos años, el pequeño partido de algo menos de 11 mil miembros en 1996, paso del millón cuando se iniciaba el siglo XXI.
Lo demás ha sido historia… pero también han sido victorias. Manchadas de corrupción, por supuesto, y de creación de nuevos grupos económicos, y fortalecimiento de algunos ya existentes, o sea, digamos que el pecado original de todos los partidos masificados en América Latina y el mundo hispano también, que el PSOE español también tuvo un Roldán y un Juan Guerra. Y una Operación Filesa como un PROMESE pero en castizo español.
El caso es que ahora, metido a partido de masas clientelista y pragmático, archivado el Bosch de la Guerra Fría, sin principios que frenen la posibilidad de una victoria electoral, el PLD se ha convertido en la maquinaria electoral a la que todo partido masificado aspira. Y por ahí anda, muertecito de éxitos, sin competencia, pues lo que jode del PLD no es que alumbre poco o mucho sino que la oposición sigue en las sombras.
Y llegará 2016, sin Ley de Partidos ni Ley Electoral. Y volverán las golondrinas. En las elecciones se trata de votar, por el mal menor si fuera necesario, pero se trata de votar. Por primera vez en todo nuestro proceso democrático, el país se ha quedado sin alternativa partidaria, digamos que se ha quedado sin camino como a veces los amores se quedan sin fe y desaparecen. Eso, precisamente eso, es lo que me preocupa y es lo que ha inspirado este bulevar de hoy: No puede llamarse DEMOCRACIA durante mucho tiempo, un sistema político donde sólo una institución política parece un partido.

